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mi escape de la bruma de la admiración


una perspectiva del verdadero ser
 
respuesta a Alice Miller


por Bárbara Rogers

Traducido por Adriana Miniño


Alice:

No hubieras podido presentar una prueba más poderosa de la validez del concepto terapéutico IFS (Internal Family System), que con tu irracional ataque público contra el foro our.childhood.international, contra mí, su moderadora, y contra la terapia IFS [1]. El día 28 de septiembre del 2008 lo publicaste en tu página de Internet; y, siguiendo tus deseos, también en el foro our.childhood. La pregunta de por qué tú, entre todas las personas del mundo, querría perjudicar este foro y a mí, ha provocado las siguientes reflexiones. Las respuestas que encontré, y mi convicción de la importancia de oponerse a los tiranos, así como mi necesidad de romper el silencio dentro y fuera de mí, me llevaron a escribir esta refutación.


Tu ataque revela que ni comprendes cómo la disociación afecta a la psiquis humana, ni que tienes una herramienta para tratarla por medio de la terapia. Tu agresión malinterpreta al foro our.childhood como si se tratara de un títere que, como tal, carece de veracidad, dignidad y sinceridad; que no tiene en cuenta los sentimientos y las necesidades de sus miembros; que maltratas a tu asistente con quien has trabajado muy de cerca por largo tiempo; que traicionas a los sobrevivientes de traumas, que han sufrido de disociación y se han beneficiado del enfoque IFS; y que repercute en ti mientras pierdes credibilidad con tu absurda contienda.
Comprender que he pasado la mayor parte de mi vida envuelta en las densas brumas de la admiración: cuando niña hacia mis padres y después hacia ti, la convierte en una experiencia desgarradora y en extremo dolorosa. Pero este traumático despertar, no sólo ha creado en mí la necesidad de plantear y pensar de nuevo mi visión sobre la terapia, sino que también ha puesto en evidencia una confianza renovada y más profunda en mí misma. Escribo este ensayo a sabiendas de que mi perspectiva puede también ayudar a otros a escapar de esta nebulosa.


En el 2001, Bob Scharf, basado en tus ideas, fundó el foro our.childhood. En el 2005, después de haber sido durante cuatro años moderador voluntario de este foro, Bob depositó en mí su confianza y me pidió que asumiera el cargo de moderadora. Al comienzo de mi trabajo como moderadora, me advertiste que estaba amedrentando a los miembros de our.childhood al asumir, de manera enfática, mi posición a su favor y de condenar arduamente a los padres abusivos y negligentes y sus crímenes. Más tarde cambiaste tu punto de vista y aceptaste mi modo de brindar apoyo y mostrar una sincera luz sobre las repugnantes y traumáticas realidades infantiles: mi forma de actuar como testigo esclarecedor y comprensivo. Durante años el foro gozó de tu apoyo y estima por el trabajo de empoderamiento común que estábamos logrando sus miembros: todos víctimas de abuso y negligencia infantil. Para todos nosotros fue un muy duro despertar ver que te habías vuelto en contra del foro sin una explicación significativa. Tu enemistad abrupta y arbitraria fue una falta de respeto que traumatizó a los sobrevivientes adultos. Parecía tratarse de una condena mordaz a la terapia IFS: una línea de ataque que Norman había usado anteriormente para intimidarme.
Los tiranos tratan de amilanar y silenciar a los demás diseminando culpa, degradación, miedo y mentiras. Pero cuando descubrimos los motivos ulteriores del tirano, la verdad salió a la luz: la terapia IFS había sido un pretexto que ustedes habían usado para expandir sus propósitos de manipulación. Lo cual incita la fascinante pregunta: ¿qué parte del enfoque IFS es tan amenazadora?


El enfoque terapéutico de la terapia IFS emana del hecho de que un trauma provoca disociación al crear “divisiones del ser” o “partes”, como se denominan en IFS. El trabajo de IFS es un enfoque efectivo para lidiar con la disociación (si nos interesa reconocer cómo nos afecta) nos ayuda a ponernos en contacto con estas partes disociadas y a cambiarlas en terapia por medio de una comunicación interior respetuosa y compasiva. Fue a través del IFS que aprendí a cuestionar mis sentimientos y creencias así como los de los demás. El IFS me ayudó a ser consciente de los momentos en que estaba conectada con mi verdadero ser o estaba siendo presa de la disociación: como cuando estaba representando una de mis partes.


En verdad, tu agresión hacia el foro our.childhood y hacia mí no era por mi papel como moderadora, ni por el hecho de que yo compartiera información significativa respecto a la terapia y al IFS sino, más bien, estabas tratando de llevar a conclusiones erradas al foro y a tus lectores. Intentabas destruir al IFS y vengarte de mí, mientras yo soportaba tus premeditados ataques y preservaba mi integridad y libertad ante las distorsiones y mentiras. Cuando comprendí que el foro era para ti sólo un medio para conseguir tus metas, y que lo usabas como chivo expiatorio para castigarme, quedé, al principio, sorprendida y horrorizada, pero luego logré abrir por completo mis ojos.


Para mí ha sido muy esclarecedor ver la actitud agresiva y abusiva tanto tuya como de Norman. Los tiranos carecen de tolerancia, empatía y respeto hacia las experiencias y la libertad de los demás; no presentan argumentos coherentes. Los miembros del foro our.childhood y tus lectores merecen algo mejor: una explicación razonable de por qué, de repente, condenaste a una moderadora y colega confiable, que había cooperado contigo durante tres años como miembro solidario de tu equipo, respondiendo también cartas de tus lectores en tu página de Internet. Pero sabemos que cuando las partes de un tirano se ponen de manifiesto de forma destructiva, el razonamiento sincero y válido queda completamente descartado. Y ésa es precisamente la forma en que actúan nuestros seres (personalidades o partes) disociados: se manifiestan en formas destructivas hacia los demás o hacia sí mismos, sin razón, lógica, dignidad ni respeto. La mayoría de las víctimas de traumas sienten el impacto del sufrimiento de la disociación, no solamente las personas que tienen personalidades múltiples claramente separadas; sus otras partes, seres o álter ego, están simplemente separados de su verdadero ser de formas más intensas y profundas.


Cualquier duda que yo hubiera podido tener respecto a la validez del concepto de la terapia IFS se desintegró por completo desde el momento en que me desacreditaste públicamente. Tus ataques y los de Norman contra el IFS y contra mí, no fueron escritos por personas liberadas que estaban en contacto con sus verdaderos seres. Cuando las personas actúan desde alguna de sus partes no reconocidas, no sólo creen que tienen el derecho de hacerlo basados en una ira supuestamente justificada, sino que, además, creen que actuar como tiranos es una expresión de su verdadero ser. Nada puede estar más lejos de la verdad.


En una actitud supuestamente protectora, Norman y tú condenan y desestiman no solamente un enfoque terapéutico, que ustedes no han estudiado ni practicado, sino que además condenan y desestiman a personas bien intencionadas, incluyendo a sus amigos, cuando las jornadas terapéuticas de estos últimos se desvían del sendero terapéutico proclamado por ustedes como el único “correcto y verdadero”. Encadenada a los patrones destructivos de la infancia, su arrogancia premeditada no está interesada en la comunicación honesta y abierta con personas solidarias, sino que, más bien, es capaz de percibirlas como “enemigos” y atacadas sin razón alguna. Para enmascarar la inhabilidad de una comunicación honesta, el enemigo declarado es hostigado con el fin de silenciarlo y promover un plan manipulador y engañoso.


Una persona honesta sentiría la necesidad de presentar una explicación razonable y compasiva para informarles a los miembros del foro, y también a los lectores de tu página de Internet, de cualquier desacuerdo con su moderador. Pero tu denuncia tenía el objetivo de degradar y de eliminar cualquier opinión contraria. Tus supuestos “problemas” con el enfoque IFS fueron urdidos únicamente cuando era obvio que no me podías manipular y controlar. El IFS se convirtió en el pretexto para darme una paliza cuando expresé mis sentimientos, necesidades e ideas que amenazaban el precario equilibrio, los engreídos planes y las pomposas expectativas que creían dominar tanto tú como Norman. Con el fin de ocultar la realidad y presentar una excusa engañosa, criticaste severamente a una moderadora supuestamente “peligrosa”, a un foro supuestamente “confuso” y a una terapia supuestamente “inútil”.


Cuando ocurrió nuestro distanciamiento en el verano del 2008, pensé, al principio, que se trataba de un conflicto personal entre las dos, por lo cual evité mencionarlo. Habíamos sido amigas por más de veinte años. Durante esta larga y prometedora amistad, también hubo algunos períodos de distancia. Luego, desde el 2005 hasta el 2008, trabajé muy de cerca contigo y para tu página de Internet en razón de que apoyaba profundamente tu maravilloso trabajo de concientizar a la sociedad, sobre las causas y las consecuencias del abuso y la negligencia infantil. Tus libros y tu obra han despertado a muchas personas a enfrentar estas verdades y a ayudarlos a comprender cómo el sufrimiento de su infancia los sigue persiguiendo en su adultez. “Por tu propio bien”, fue, ciertamente, el inicio poderoso de mi propio y dramático cambio, y el de mi vida, desde que lo leí en 1980. Hizo que surgiera en mí una búsqueda apasionada y a toda prueba de mi verdadero ser. Todavía recuerdo cómo me sentí cuando lo leí: como si algo que yo siempre hubiera sabido en lo profundo de mi ser, se hubiera conectado con mi mente consciente. Dos años después comenzó mi jornada terapéutica al iniciar mi tratamiento con un psicoanalista, siguiendo la forma de terapia que recomendabas en tus primeros libros como una forma de liberarse de la prisión de la infancia. Pocos años después, confié de nuevo en tu consejo cuando comencé a trabajar en una forma escrita de terapia primal, de la cual también te retractaste unos años más tarde.


Pero, ahora, he llegado a confiar en mis propias experiencias terapéuticas. Por lo que en esta ocasión protesto contra tu autoritaria afirmación al decir que, de nuevo, tú posees LA “única y verdadera” terapia. Tu falta de voluntad para enfrentar las propias partes destructoras y divididas de tu ser, igual que las de Norman, así como los métodos manipuladores y tiranos desde las que estas partes actúan, revela el fracaso de tu propia terapia. Tus calumnias públicas han demostrado que tu concepto terapéutico no te ha liberado y de que por eso no dudas en impedir que las personas busquen otros tipos de terapeutas y terapias útiles. Enfrentada ante estos hechos, ya no puedo seguir permaneciendo en silencio. Mi verdadero ser me pide que hable porque no puedo seguir siendo cómplice de este engaño, conduciendo erróneamente a las personas hacia una terapia sin salida, que tú recomiendas una y otra vez de forma tan presuntuosa y obstinada tal como has hecho antes.



tus reproches contradicen la realidad


Trabajé para ti y para tu página de Internet y te ofrecí apoyo verdadero y compasivo, porque compartía apasionadamente tus metas: la importancia vital de expandir información respecto a las causas y las consecuencias del maltrato infantil; proveyendo información respecto al proceso de terapia; y estimulando y apoyando a los sobrevivientes adultos a enfrentar su verdad. No solamente trabajé para tu página de Internet, sino que también fui tu asistente terapéutica personal, sin compensación financiera y sin especificar los límites, y esto provocó que nuestra amistad se convirtiera en un campo de juego donde se repitieron los patrones pasados. Sucumbí al papel de la sirvienta admiradora y devota que estaba siempre ahí para ti; un papel que aprendí demasiado bien siendo niña, mientras que tú repetías la incorporación de las ideas de tu infancia en mi personalidad. No estabas abierta para observar si actuabas desde una de tus partes disociadas, sino que estabas convencida de que yo merecía tus reproches, discriminaciones e ingratitud. Cuando mi cuerpo y mi alma comenzaron a protestar contra esta actitud, casi exclusivamente devota a tus problemas, y a menudo desesperadas necesidades, me abrumaste con más reproches por expresarme “demasiado tarde” y por “sentir temores”.


Al comienzo, después de hablar contigo sobre tus recriminaciones, respondiste con un conmovedor mensaje electrónico, escrito desde tu verdadero ser; lo titulaste: “un milagro”. Y eso fue todo. En ese mensaje reconociste cómo habías actuado contra mí, perjudicándome al imitar la envidia internalizada y destructora de tu madre. Tu entendimiento de esa situación me hizo llorar, porque era cierto. Tus perspectivas eran ilustradas y claras, por lo que pensé que nuestra relación estaba abierta al cambio. Pero entonces, se cerraron de nuevo las puertas de tu verdadero ser sin importar lo que yo compartiera contigo o lo que ocurriera, todo era usado en mi contra y no había nada que yo hiciera bien. Inundada con tus falsedades, fui declarada culpable, no digna de confianza, e inmerecedora de tu comprensión y respeto.


Sin embargo, tus acusaciones contra mí se volvieron en tu contra. Revelaron lo profundamente que estás atrapada en un plan irracional, incapaz de dignificar la realidad y renuente a reconocer lo que había ocurrido entre nosotras.


Me acusaste de tener miedo, cuando precisamente no temí expresar mi libertad y tuve el coraje de hablar contigo.


Me acusaste de no estar abierta, cuando compartí contigo algo que era importante para mí de forma abierta y honesta, sólo para comprender, con gran dolor, que había estado involucrada en una relación en donde no era bienvenida la comunicación abierta y honesta. Todo lo que yo compartía sobre mí misma era usado en mi contra para reprocharme y declararme mala e indigna. En su libro “Stalking the Soul”, Marie-France Hirigoyen dice: “En su afán por conectarse, el otro se expone a sí mismo. Cuanto más se expone, más es atacado y más sufre. La visión de este sufrimiento es insoportable para el abusador, quien intensifica su ataque con el fin de silenciar a la víctima. Cuando el otro revela su debilidad, ésta se vuelve inmediatamente en su contra”.


Me maltrataste considerándome una farsante con un bombardeo de furiosos reproches, luego de haberte ofrecido un regalo generoso y cariñoso, y por haberlo dicho. Me acusaste de mentir debido a los escollos del Internet cuando algunos mensajes electrónicos se bloqueaban y no llegaban a sus respectivas casillas de correo en el orden en que habían sido enviados.


Fui atacada porque supuestamente no había sido capaz de “expresar mis sentimientos” -esos presuntos “sentimientos genuinos” que esperabas y exigías de mí y de nuevo me atacaste encarnizadamente cuando FINALMENTE te mostré mis verdaderos sentimientos, pues mi verdadero ser descubrió que era de vital importancia hacerlo.


Me acusaste de sentimientos que en verdad no tenía, me condenaste, además, por sentimientos que SÍ tenía, pero no debía tener; incluso me atacaste por no sentir sentimientos que se suponía que debía de haber tenido. Mis presuntos “sentimientos” fueron arbitrariamente distorsionados con una agresividad arrogante y autoritaria para tus propios propósitos.


Me reprochaste por sentirme “confusa y llena de temor”, cuando tuve la claridad y la fortaleza para reconocer que había sido maltratada y me atreví a defender mi protección y dignidad. Los tiranos se ponen a la ofensiva cuando las mentes independientes escapan de la bruma de la admiración. Al haber sido maltratada, incluso en público, pagué una vez más el precio de ser fiel a mí misma.

Me despreciaste porque, según tú, “yo estaba atrapada en tal confusión y miedo que ni siquiera décadas de tiempo serían suficientes para cambiar”. Pero lo opuesto es la verdad: al escapar de la bruma de la admiración, reconocí que eres tú, con tus partes no reconocidas, que estás atrapada en la prisión de tu infancia, y no solamente eso, sino que, además, promueves esta trampa como LA panacea de las terapias. ¡Cómo puedes alterar de esa manera la realidad y la verdad! ¿Cómo puedo permanecer como espectadora manteniendo cobardemente el silencio, cuando una tragedia personal deplorable es recomendada como la “única y verdadera” terapia liberadora?


Fui atacada por confundir a los miembros del foro our.childhood con la terapia IFS, sin que ellos jamás hayan comentado algo respecto a esta acusación. La verdad es que yo brindo compasión, comprensión, mis experiencias terapéuticas, en conjunto con diferentes herramientas terapéuticas que he aprendido, entre ellas, el concepto IFS. No he obligado a nadie a seguir ningún tipo de terapia.


Se insinuó que el foro our.childhood era, o podría convertirse, en un “grupo de culto”, mientras que, por supuesto, presentaste a Norman, un nuevo, “único y verdadero” moderador, con el fin de consumir tu venganza degradándome y humillándome. En “Stalking the Soul”, Marie-France Hirigoyen dice: “Enfocándose en el odio de su predecesor, uno puede atribuirle todas las virtudes posibles al nuevo compañero. Cuando la víctima ‘odiada’ comprende que ha sido el chivo expiatorio para reforzar la última relación, se siente de nuevo atrapada y manipulada”. ¡Qué verdad más grande!


Me atacaste por hablar “demasiado tarde”: otra estrategia de ataque mal usada como indicación de mis temores que, según tú, evitaron que yo hablara cuando debí haberlo hecho, de acuerdo a tu arrogante y endiosada opinión. Para ti, el “miedo de un niño que ha sido golpeado” lo explica todo: aquel que no está de acuerdo contigo es desechado como un pusilánime que supuestamente no deja espacio para esos sentimientos tempranos reprimidos, especialmente la ira, que resiste a los sentimientos de miedo y dolor del niño irrespetado, explotado, traicionado o incluso odiado; y que crea un “esquema” con el fin de evitar a sus propios padres. En razón de que no te interesaban mis seis años de experiencia en la terapia IFS, fue imposible para ti descubrir los sentimientos concebibles y las memorias traumáticas que pueden surgir en ella.


No reconocí, ni reconozco en mí, el cúmulo de tus acusaciones. Más bien, las considero un esfuerzo deliberado para aniquilar mi fortaleza y mi valor, y por alejar a las personas de mí debido a que yo tenía algo que ofrecer que no debe permanecer ni ser compartido con los demás: mi extensa labor con terapeutas realmente innovadores, mi experiencia con diferentes formas de terapia y mi ausencia de temor hacia los gurús narcisistas y con complejo de grandiosidad. Después de que me habías elogiado a menudo por mi templanza y consistencia en mi jornada terapéutica, y por los cambios de vida que esa jornada me había ayudado a lograr, repentinamente me degradaste por eso mismo. Cuando los miembros del foro protestaron y siguieron confiando en mí, la verdad fue de nuevo tergiversada: declaraste entonces que yo había reclamado mi autonomía.



mis sueños me mostraron la verdad


El sueño que mi inconsciente me transmitió el día después de que terminó nuestra cooperación, a finales de julio del 2008, demostró lo duro pero arriesgado que yo había trabajado para ti para las metas que compartíamos. En este sueño, yo caminaba con mi nieta mayor por una gran ciudad; pero de repente la olvidé y la perdí. Sólo después de llegar a una oficina burocrática, fría e impersonal, de un edificio muy alto, donde nadie se interesaba en mí, solamente enfocaban su trabajo en un proyecto y propósito específicos; allí, presa de pánico, comprendí aterrorizada, que había perdido a mi nieta y que hacía ya un buen rato que la había olvidado. Me alejé entonces de esta agencia. Al concretizar que ella no estaba conmigo, regresé a la calle a buscarla. Sin embargo, no la descubrí entre un grupo de niños perdidos reunidos en la estación de policía. Mientras crecían mi desesperación y horror, le dije a alguien: “Sus padres me matarán y yo me mataré”. El sueño termina cuando regreso a la calle a buscarla, preocupada por saber dónde estaría, cómo se sentiría si la perdía, lo que estaría sucediendo, si alguien se la habría llevado, la habría secuestrado, estarían abusando de ella, le estarían haciendo daño, si esta experiencia la traumatizaría terriblemente y si jamás la volvería a encontrar. Al despertar de este sueño, tuve un orgasmo y una sensación de alivio inefable; me llené de alegría al saber que este sueño NO ERA CIERTO, que era “sólo un sueño” y que en realidad nada de esto había sucedido.


Este sueño me enseñó que yo estaba “enamorada” de mí misma y completamente viva, pues ya no estaba en riesgo de desconectarme de mi “niña interior”: mis sentimientos, mis necesidades, mi creatividad, mi viveza, mi libertad y mi verdadero ser. Mi inconsciente me había mostrado la verdad sobre la realidad de una relación basada en la confianza. Mi trabajo en una oficina fría y burocrática había evitado que estuvieran de mi lado. En una atmósfera dominada por la culpa, había sido acosada a un grado devastador por el reproche crítico. Había ignorado lo mucho que se habían aprovechado de mí y lo maltratada que había sido, hasta que mi cuerpo dijo: “¡Basta! ¡Ya es suficiente! Algo anda muy mal en esta relación”. No había espacio para mis sentimientos, mis necesidades, ni para expresar libertad: no había espacio para una comunicación honesta y abierta. Contrariamente a mi inconsciente, mi mente consciente sólo pudo comprender esta realidad con el paso del tiempo al ir escuchando todos los sentimientos que fueron surgiendo.


Había estado en riesgo de sacrificar mi verdadero ser; no sólo por una causa profundamente importante para mí y en la cual creo y me intereso fervientemente, sino también por estar al servicio de alguien a quien admiraba enormemente. Hoy en día, comprendo muy bien por qué durante mucho tiempo evité dejarte y salir de mi “bruma de admiración”: te veía como un modelo ejemplar de liberación. Pero ha sido al escaparme de esta nebulosa que he fortalecido mi conexión con mi verdadero ser y me he empoderado para estar de mi lado y escribir mi verdad.


También concibo este sueño como un símbolo de las creencias autodestructivas en las cuales yo había estado atrapada debido a tu enfoque terapéutico y de vida. Demasiado a menudo somos culpados, y luego nos reprochamos a nosotros mismos, con nada más que proyecciones engañosas y falaces. La compasión, la comprensión humana y la comunicación honesta y abierta, no pueden prosperar en una atmósfera impregnada de culpa, reproche y admiración. Como seguidores esperanzados que descubrimos el primer atisbo de verdad respecto al sufrimiento de nuestra infancia al leer tus libros, deseamos creer en tus palabras que suenan tan hermosas a nuestros oídos. Cuando niños, fuimos coaccionados a creer en padres y personas autoritarias cuando reclamaban saber lo que era para “nuestro propio bien”. Más tarde todo tipo de sistemas de creencias con sus líderes y gurús pueden explotar esta huella original. Al suprimir una y otra vez la confianza en nuestras observaciones y percepciones, estos líderes no nos conducen a encontrar nuestra liberación, sino que nos llevan de regreso a la prisión de la infancia y nos separan una vez más de nuestra verdad, de nuestras cualidades internas y nuestra belleza: de nuestro verdadero ser.


En octubre trataste de manipularme con el primer correo electrónico enviado desde julio, solicitándome que retirara un mensaje esclarecedor, intrépido y crítico del foro our.childhood, el cual representaba una sólida impugnación de tus ataques hacia mí. No volví a responderte ya que mis amistades me recomendaron que no me dejara arrastrar hacia una batalla inútil. Poco después, sentí toda la profundidad de tu traición y pasé por el duelo del abandono que marca tan dolorosamente la traición. Justo después tuve dos sueños muy esclarecedores: en el primero, yo soy un pastor que guía muchas ovejas hacia una pradera nueva. Las ovejas están muy vivas y hacen lo que quieren: algunas juegan entre ellas; algunas pastan y corren hacia donde quieren; algunas ya están llegando a la nueva pradera mientras que otras permanecen detrás, podía verlas mientras éstas cuidan a las demás desde lejos, las que no han llegado todavía. Las observo y comprendo que estoy muy al tanto de lo que cada oveja hace y de lo que está ocurriendo entre ellas. Sencillamente, espero y las dejo hacer lo que quieran. No las fuerzo a ir a ningún sitio; tampoco tengo un perro que las ahuyente ni las obligue a ir a ciertos lugares donde “deberían” ir.


Cuando escribí sobre este sueño y los perros agresivos que no tengo, comprendí cómo tú y Norman habían tiranizado el foro y a mí para avasallarnos. Querías tener el control, sin ninguna consideración, hacia el foro, hacia lo que estaba ocurriendo, y hacia sus miembros y sus deseos. Cualquier persona a quien le interesara verdaderamente este foro, habría demostrado su interés de forma cariñosa y verdadera. En el sueño del pastor, mi inconsciente me dijo que yo había sido un “buen pastor”, que NO usaba “perros agresivos” para arrastrar y empujar a los sobrevivientes de abuso y negligencia infantil a lugares designados, incluso trampas, y que yo NO usaba violencia emocional contra ellos ni contra el precioso lugar de confianza y verdad en donde los sobrevivientes compartían su infancia y su lucha por la vida.


En el siguiente sueño yo yacía sobre una mesa de cirugía lista para una operación. Norman era un médico, y en este sueño este médico me inyectaba para anestesiarme. Pero no funcionaba: yo seguía CONSCIENTE. Al sentarme en la mesa de cirugía, comprendo que no estoy narcotizada; el veneno no funciona; no desaparezco en la inercia y el silencio. Al mirar mi cuerpo, primero siento ira por tener que usar esa estúpida bata de hospital; las odio porque representan un símbolo del paciente convertido en un recipiente impotente de superioridad sabionda y abrumadora. Pero luego comprendo que sigo usando mis pantalones vaqueros debajo de mi bata, símbolo de rebeldía, fortaleza y libertad. Mi inconsciente me informa que ya nadie puede adormecerme ni silenciarme; y la imagen de mis vaqueros me muestra la salida: no tengo que someterme al veneno del hostigador con el que intenta eliminarme. . Por el contrario, puedo levantarme y dejar atrás este campo de batalla (sala de cirugía) impuesto contra mi voluntad, sin mi consentimiento, y ante todo: sin darme cuenta de lo que me estaban haciendo. Cuando mi inconsciente me mostró la verdad, quedó completamente claro para mí que los motivos detrás de estos ataques abusivos no estaban a favor del foro our.childhood: los sobrevivientes de abuso y negligencia infantil que luchaban por su verdad, su dignidad, su libertad y su verdadero ser.


Después de comenzar a trabajar en esta respuesta en diciembre del 2008, noté un día que el texto original del ataque contra mí había sido cambiado en tu página de Internet. Después de eso soñé que estaba hablando directamente contigo en el teléfono. Al principio, nuestra conversación parecía amistosa, tal como solíamos hablar. Pero, después, quedé atónita en el sueño ante un comentario despectivo de tu parte en el que me dijiste, en un tono que no admitía discusiones, como si fuera verdad: “De todas maneras, ahora todos saben que estás acabada”. Repliqué que eso no era cierto; que estaba trabajando en mi respuesta. Luego te dije con determinación: “Y hay algo que ahora sé a ciencia cierta: que tú tienes partes disociadas que no quieres ver, no quieres hacerte consciente ni responsable por ellas”. Después te dije: “Adiós” y terminé la llamada.


La mañana del primero de enero del 2009, me desperté recordando el siguiente sueño: se trataba de nuevo de una conversación telefónica contigo. Me habías llamado para decirme, según tu costumbre, tal como si nada hubiera ocurrido: “Pues bien, Bárbara, tenemos que seguir hablando de esto y lo otro...”. Durante un tiempo te dejé hablar, y después te dije con decisión: “No puedo seguir haciendo esto, Alice. Ya no funciona así”. Sorprendida me dijiste: “Tu voz suena tan diferente”. Te respondí: “Porque estoy de mi parte y llena de indignación ante tu ultraje”. Y entonces te GRITÉ -- sin perder mi voz, aunque tuve que usar toda mi fortaleza para NO perderla-- MI VERDAD: “¿Cómo pudiste hacerme esto? ¿Cómo pudiste degradarme y humillarme frente a todo el mundo? ¿Qué clase de ser eres?”. Descargué mi indignación y mi ira durante mucho tiempo. Aunque me costó un esfuerzo enorme, grité mi verdad y, sorprendentemente, nunca llegué a perder mi voz, como solía ocurrir en sueños previos. Cuando noté el completo silencio al otro lado de la línea, comprendí que habías cerrado el teléfono. Considero que éste fue uno de los sueños más asertivos y empoderadores de mi vida.


En la mañana, cuando todo estuvo listo y ya estaba preparada para subir este ensayo a mi página de Internet, me desperté con un sueño en donde vi escenas de una película. Se trataba de una pareja, dos personas que se amaban profundamente; pero esta pareja de alguna manera se apartaba una y otra vez. En estas escenas vi cómo se encontraban mutuamente, se unían una y otra vez. Las vi abrazarse y me alegraba de que pudieran estar de nuevo juntos. El tiempo transcurría, y pasaban de ser una pareja joven a una pareja de edad mayor. Luego en el sueño, yo cantaba al lado de otras mujeres, también de edades diferentes. Es una canción muy conocida en el sueño, sobre una mujer que era maravillosa y sobre sus fantásticas cualidades: compasión, valentía, inteligencia, honestidad, tolerancia, sabiduría y capacidad de comprender y amar. Es una canción que alaba a una mujer por ser mujer. También había niñas y adolescentes cantando. Cada una cantaba SU propia canción y las demás la escuchaban. La canción era la misma cada vez.


Creo que la primera parte de mi sueño me está diciendo que había momentos en que estaba separada de mi verdadero ser y me quedaba estancada en una de mis partes, pero que una y otra vez he logrado reunirme con mi verdadero ser. Y la segunda parte decía que, al contrario de los engañosos mensajes que muchas personas me habían enviado en mi vida, pero sobretodo mis padres, de que yo estaba equivocada y no valía nada, yo podía experimentar por mí misma y, finalmente, verme como valiosa y como una buena mujer que tenía muchas “partes” apreciadas y meritorias.



síntomas físicos que señalaban los peligros de la admiración por otros


Mientras trabajaba en esta respuesta, desaparecieron varios síntomas físicos. El primero fue una verruga oscura y desagradable, la cual simplemente se secó y se cayó después de haber estado en mi sien izquierda durante los tres últimos años. Cuando pensé en el SITIO en donde había crecido la verruga, comprendí que había sido en el mismo lugar -- como la imagen en un espejo-- en donde mi padre solía apuntar su dedo, en su sien, con un gesto arrogante cuando yo era adolescente. Su intención era demostrarme lo estúpida, indigna, poco importante y hasta loca que yo era, y que yo no tenía ningún valor que aportar. Su desdén me impedía hablarle, expresar mis propias opiniones e ideas. Cuando la verruga se cayó, no pude evitar preguntarme por qué había ocurrido cuando comencé a trabajar en esta respuesta. Me pude dar cuenta cómo mis experiencias en terapia habían sido desechadas arrogantemente por ti, con una sorprendente ausencia de curiosidad y respeto mientras, al mismo tiempo, las utilizabas. Una vez más, me había entregado devota y generosamente a alguien que me había utilizado; pero que para mí no era de ninguna utilidad. Sin libertad, mis experiencias y conocimiento se desviaban de su ruta. Al desaparecer este lunar de mi sien, entendí que estoy en buen camino al oponerme a la arrogancia, a la falta de respeto y al hostigamiento. La resistencia me ayuda a sanar antiguas y recientes heridas.


Durante el primer mes de trabajo en esta respuesta, desapareció también un espasmo agudo y doloroso que tenía en la parte baja de la espalda, al lado derecho. Durante meses, me asaltaba a menudo el dolor cuando me levantaba, después de haber estado sentada, me doblaba de dolor y me dificultaba caminar. Me dolía el área de la espalda donde mi madre y mi niñera me habían golpeado con objetos como ganchos de ropa. Al mismo tiempo, una presión dolorosa entre mi cuello y mi hombro derecho también desapareció. Era como si ahora me sintiera libre para usar toda mi fortaleza para defenderme y contraatacar. Sé que pude liberar estos síntomas porque reclamé mi derecho de colocarme frente a ti de igual a igual, defendí la verdad y resistí tus intentos de doblegarme y silenciarme.


Un dolor en mi rodilla izquierda, la rodilla más cerca de mi corazón, fue el que duró más tiempo. Llevaba unos tres años molestándome. Cuando escribí mi ensayo “Spirituality Cements Childhood Blindness”, este dolor era a veces tan fuerte que me costaba caminar. El dolor en la rodilla demostraba lo debilitante y paralizante que es que alguien se postre de rodillas como un discípulo subordinado y fervoroso. Las tradiciones religiosas y espirituales utilizan la atmósfera de adoración y servidumbre creada en nuestra infancia. A través de la exigencia del perdón, refuerzan el abandono y la traición del niño abusado y descuidado, y fortalecen la crueldad de los padres para luego sacarle provecho a la adoración ciega como forma ideal de relacionarse con seres superiores, sobre todo con los dioses y autoridades religiosas, así como con líderes espirituales y mundanos y gurús percibidos como deidades. Cuando terminé con mi ensayo sobre la espiritualidad, todavía quedaba un poco de dolor en mi rodilla. Este recordatorio constante me impedía que comprendiera que la admiración, fuera de la religión y del dominio espiritual, es tan peligrosa, perjudicial, debilitante y silenciosa como la otra. Mi rodilla me informó que yo seguía “de rodillas”, en una posición devota y sumisa, excusando a aquellos que habían abandonado la verdad; empecé a comprometerme conmigo misma a defenderla. Mi rodilla me inspira a defender la verdad y a resistir cualquier riesgo que me haga postrar de rodillas de nuevo para idealizar a otros.


Estas experiencias fortalecieron mi observación de que algunos de los síntomas psicosomáticos pueden pertenecer a una de las partes. Se quedan con nosotros hasta que verdaderamente trabajemos con esa parte y lleguemos a renunciar al papel que solía representar en nuestro sistema interior, liberando su control sobre nuestro cuerpo, alma y mente. Las diferentes partes pueden exhibir sus propios y diversos síntomas; hasta que enfrentamos sus orígenes, vemos a través de nuestras acciones, resistimos a aquellos que no nos aprecian y cambiamos la realidad de nuestras vidas presentes. Trabajar con nuestras partes disociadas nos ayuda, no solamente a salvar nuestra salud física y mental, y nuestras vidas, sino también a la humanidad.

 

¿quién se comporta como gurú?


Tu ataque insinúa que el foro our.childhood está en peligro de convertirse en un culto; y, su moderadora, en un gurú que impone métodos terapéuticos censurables sobre los miembros del foro. Pero lo opuesto es lo verdadero: eres tú quien deseas reinar como gurú suprema de un culto a través de tus métodos arrogantes, proclamando tu supuesto “único y verdadero” concepto terapéutico y moderador. Abusaste del foro para propagar tus propósitos influenciados por tus partes perturbadas. ¿Por qué no le informaste honestamente al foro y a tus lectores cuando cambiaste de opinión respecto al supuesto peligro de mi trabajo? Ciertamente, ni el foro ni yo te habíamos hecho ningún daño ni te habíamos atacado; este hecho desenmascara tu abrupto y arbitrario cambio de opinión como un arranque malévolo de tu temperamento.


Lo ocurrido con el foro me recuerda tu brusco cambio de actitud cuando, de repente, condenaste la forma escrita de terapia primal de Stettbacher. Apenas unos años antes, la habías recomendado con gran entusiasmo como la panacea “única y verdadera”, que te había liberado de tus síntomas físicos. Cuando de pronto condenaste drásticamente esta forma de terapia, muchos lectores de tus libros quedaron completamente sorprendidos. Se sintieron muy confundidos y traicionados, pues habían logrado sanarse y progresar usando este tipo de terapia personal, incluyéndome. A pesar de tu condena, seguí usando esa terapia, y lo sigo haciendo cuando surge en mí el deseo de escribir en esta forma de terapia, porque confío en MÍ MISMA para encontrar mi guía sobre cómo atender mi propio progreso terapéutico. Tus razones para retirarle tu apoyo a esta terapia fueron variadas, incluso contradictorias. (Sam Turton, “Alice Miller & Primal Therapy: A Summary” - y Alice Miller, “Communication to my readers"”). En una ocasión, hace años, leí un grupo de discusión en alemán en el Internet, donde alguien pensaba que, de hecho, otra persona había desarrollado esta forma terapia. Hoy me pregunto qué más yace oculto tras ese brusco cambio de opinión lleno de asombrosas contradicciones.


Te distanciaste de la terapia de Stettbacher en una entrevista en el año 1995 cuando declaraste: “Más que nunca, desprecio el efecto catártico de las experiencias de emociones intensas y pienso que deben construirse las estructuras que faltan. Pero esto no ocurre a través de la repetición infinita de experiencias de ira y miedo dirigidas hacia los padres, sino ayudando a reconocer la realidad en el aquí y el ahora”. Ahora escribes en tu página de Internet: “Siempre y cuando nos neguemos a sentir el dolor del niño irrespetado, explotado, traicionado e incluso odiado, estaremos creando nuevos esquemas con el fin de no acusar a los padres”. Luego nos advertiste sobre los peligros de trabajar solos en terapia con el método de Stettbacher, pues “podría provocar ansiedad generalizada, con una intensidad tan grande, que sería imposible para los clientes lidiar con ésta sin apoyo terapéutico”. Hoy proclamas que uno puede --aparentemente sin trabajar con un terapeuta, solamente escribiendo en tu página de Internet-- “abandonar la ofuscación en tres años, si se tiene el coraje de sentir y ver por completo la realidad de su propia infancia, para poder liberarse de los errores de sus padres. El desarrollo de Norman demuestra que esto es posible, y MUCHAS personas escribieron a esta casilla confirmando que no necesitaban décadas para cambiar”.


Tus contradicciones y tus cambios de opinión son impresionantes. No te interesa darte cuenta, que tanto tú como Norman, evitan enfrentar la realidad emocional de sus propias infancias, ya que todavía siguen representando sus dramas infantiles cuando tiranizan y manipulan a los demás. Incluso, crees que dicho abuso está basado en tus verdaderos sentimientos y que tienes el derecho de actuar de forma destructiva. Un ser humano, que ha sentido el dolor, la traición, la falta de humanidad y el odio, como consecuencia de haber sido tiranizado, y que ha sanado estas heridas, es incapaz de maltratar a otros seres humanos de esa forma, menos a amigos y seguidores, y no puede menospreciar ni manipular a los adultos víctimas de abuso y negligencia infantil, y tampoco rechazar a los que depositaron su CONFIANZA total en ti.


También es falaz tu creencia de que la ansiedad es señal del fracaso de un concepto terapéutico, según tu crítica a la terapia de Stettbacher. La ansiedad puede producirse por cualquier razón, porque la vida nos presenta muchos retos que pueden activar el pasado doloroso y lleno de miedo de un niño que fue abusado y descuidado. Cuando nos sentimos abrumados por la ansiedad o el pánico, que se expresa en un grito de nuestros cuerpos y almas en busca de ayuda, no necesariamente se trata del fracaso de una terapia. En mi caso, cuando la ansiedad me agobia, y no puedo resolverla por mí misma, busco apoyo terapéutico. Eso no significa que mi trabajo terapéutico haya fracasado. Por el contrario, es el ejemplo de un ser humano valiente en una jornada de sanación, que se cuida y escucha los mensajes de su cuerpo y de su alma, cuando le envían la señal de que necesita un respaldo adicional terapéutico.


En esa entrevista en 1995, también declaraste que “afortunadamente hoy existen métodos terapéuticos más efectivos y menos arriesgados”. No he escuchado hablar de ningún método terapéutico, que tú hayas explorado o mencionado, que creas que es de ayuda para alguien. Parece que quisieras decir ahora que todas las formas de terapia funcionan solamente al servicio de la negación, puesto que “el miedo de un niño que ha sido golpeado impregna a toda la sociedad y, por consiguiente, también a los terapeutas, sin dejar espacio para los sentimientos reprimidos en épocas muy tempranas, especialmente la ira”. Aunque esta observación es correcta en muchas formas, este tipo de negación, sencillamente, no es cierta en todos los casos de terapeutas, ni en todas las formas de terapia ni en todos los clientes. Tampoco es cierto para el número creciente de valiosos seguidores que trabajan en beneficio de los derechos infantiles. Cuán engañoso es tu mantra eterno de que no hay terapias ni terapeutas capaces de conducir a los clientes hacia una solución y una forma mejor de vida; excepto, aparentemente, tú, tu página de Internet, tus libros, tu “concepto” terapéutico de desahogar la furia y los terapeutas que ahora te esfuerzas por entrenar.


Tiranizar usando la desconfianza y el complejo de sabiduría no son herramientas para la liberación, sino para la imposición del control y la sumisión. Con tu promesa, según tú a prueba de todo, de conocer la salida, seduces a las víctimas de abuso y negligencia infantil para que confíen en ti; pero, lo que en verdad ocurre, es que los conduces de nuevo hacia una trampa. Esta vez la puerta no dice “por tu propio bien”, como en la infancia; más bien, tienen la inscripción: “liberación del sufrimiento de la infancia”. Cuando las víctimas atraviesan voluntariamente este umbral en busca de algo que han deseado toda su vida, quedan atrapadas de nuevo por la negación y la arrogancia. No se atreven a reconocer su encarcelamiento y explotación (tal como yo misma rehusé a hacerlo durante tanto tiempo), porque anhelan con intensidad un testigo esclarecedor y creen haberlo encontrado. Obviamente, uno puede describir intelectualmente la realidad del sufrimiento infantil en libros conmovedores e inteligentes sin estar, necesariamente, de parte del adulto sobreviviente. Uno puede decir todas las cosas correctas respecto a las causas y consecuencias del abuso y la negligencia infantil, incluso actuar como un abogado de los derechos infantiles; y aún así permanecer renuente a enfrentar los sentimientos dolorosos y las consecuencias disociadas de su propia infancia traumática.
Debido a que escribes la verdad sobre las causas de las consecuencias del abuso y la negligencia infantil, tus lectores creen, al igual que yo, que también escribes la verdad sobre la terapia. Estoy segura de que no soy la única que ha caído en la trampa de confiar en palabras engañosas y pedantes, sin comprender sus contradicciones inherentes y el tono de superioridad, arrogancia y hasta despectivo. Tus libros abren a muchos lectores una puerta donde ellos comienzan a comprender las verdaderas causas de su sufrimiento. Pero si esta puerta no los lleva a confiar en ellos mismos, sino a seducirlos para confiar y seguir ciegamente a un gurú terapéutico, no pueden liberarse a sí mismos. Pretendiendo que tienes todas las respuestas y el único concepto de terapia “único y verdadero”, después de “cincuenta años de experiencia terapéutica”, haces que los sobrevivientes vulnerables dependan de ti y de tus puntos de vista engañosos, contradictorios y obsoletos. No los estimulas a que confíen en sí mismos, sino a que se inclinen ante dogmas irracionales. Esto no tiene nada que ver con la experiencia real de una terapia auténtica y significativa. Todos necesitamos estímulos para confiar en nosotros mismos, no solamente los clientes en terapia. ESTAMOS a cargo de nuestra terapia y de nuestras vidas; nadie sabe lo que necesitamos; nadie tiene el derecho decirnos cómo llevar nuestras vidas ni qué camino terapéutico debemos seguir. Los clientes que son estimulados a responsabilizarse, elegirán la terapia que se adapte a sus necesidades. Si estas necesidades cambian una vez que uno se concientiza de nuevas verdades, se deben elegir nuevas formas de terapia y terapeutas que se adapten a sus cambiantes necesidades.


Tu ignorancia respecto a la efectividad de otros enfoques terapéuticos se manifiesta tras la máscara del consejo autoritario, que supuestamente ofrece información verdadera. Expones las conductas de los grupos que exigen el tipo de seguidores ciegos y devotos de un culto. Los gurús religiosos espirituales terapéuticos auguran la apertura de una puerta para la salvación; ofrecen alivio a nuestros cuerpos y armas sufrientes; y nos otorgan ese milagro que hemos anhelado tan intensamente desde que podemos recordar. Nos prometen que nuestro sufrimiento terminará si seguimos su sistema de creencias. Tú recomiendas que, por encima de todo, uno debe sentir la ira, reprimida durante tanto tiempo, de nuestra infancia temprana; sin embargo, esto es un concepto terapéutico ilimitado e incluso peligroso. Es cierto, desahogar la ira de forma auténtica es PARTE de una buena terapia, pero también lo son el dolor y el duelo. Cuando surgen sentimientos intensos, deben ser validados y presenciados con compasión por un buen terapeuta, junto con quien pueden llegar a ser comprendidos y a encontrarles sentido. La ira que tú mencionas no es ni terapéutica ni auténtica; ha cobrado vida propia. Se ha separado de ti, es tu verdadero ser, y te ha llevado a un callejón sin salida en donde se ha distorsionado, manifestándose de forma (auto) destructiva, como un tirano justiciero.
¿Por qué quieres que tus servidores confíen solamente en tus creencias, tus consejos, incluso en tus reglas respecto a la terapia? ¿Por qué evitas que confíen en ellos mismos y en su inconsciente cuando buscan terapeutas? ¿Por qué pretendes suprimir que busquen posible ayuda terapéutica? ¿Existe alguna forma de terapia fuera de tus propios límites para tus devotos discípulos? ¿Será que los estás abrumando con tus propios miedos, por encima de todo el miedo que significa enfrentar tus sentimientos y partes dolorosas, mientras realizas un trabajo terapéutico real con un terapeuta? Según tus afirmaciones, parece que no existen terapeutas útiles en este mundo. Ciertamente, demasiados terapeutas temen enfrentar las realidades del abuso infantil y de la adultez, y siguen culpando a la víctima con una perniciosa pedagogía. Es cierto, hay terapeutas abusivos, explotadores y criminales; y hay terapeutas llenos de temor que no se atreven a ver más allá de las realidades del abuso, pasado y presente, e incluso pueden aconsejar el perdón. Y, por supuesto, no hay terapeutas perfectos ni conceptos de terapia perfectos que puedan ayudar a todos y cada uno de los clientes. Pero, afortunadamente, podemos encontrar terapeutas valientes y compasivos, si tenemos el coraje de buscarlos y confiar en nosotros mismos y en nuestro inconsciente.


Cada relación terapéutica es una aventura única; es la manifestación de una relación humana muy especial en donde dos seres se embarcan en una jornada de confianza para explorar y sanar un alma humana hacia la liberación de su verdadero ser. Con un terapeuta de nuestro lado, la terapia se manifiesta como una experiencia completamente diferente a los horrores del abuso y la negligencia a los que fuimos expuestos cuando éramos niños. Una buena terapia restaura cada vez más la confianza en nosotros, mientras vivimos y respiramos un tipo de relación que jamás hemos experimentado. ¿Cómo podemos aprender lo que nunca nos permitieron hacer cuando niños, confiar en nosotros mismos, si no podemos comenzar a confiar en nuestras necesidades y percepciones, en nuestro inconsciente y en nuestro cuerpo, cuando buscamos terapeutas y terapias como adultos en el presente? Solamente los gurús desean que creamos que todas las formas de terapia y todos los terapeutas son confusos y peligrosos, excepto el de ellos: el “único y verdadero”.


En mi propia experiencia, las diferentes formas de terapeutas y terapias han abierto cada vez más y más puertas, más profundas y amplias, de mi alma; han aclarado mi mente y me han conectado cada vez más con mi verdadero ser. Durante cada jornada terapéutica pueden surgir varios problemas, aunque un buen terapeuta puede ser capaz de ayudar a muchos clientes, en algunos casos, puede desilusionar a alguno. La verdad es que los clientes deben ser estimulados para confiar en ellos mismos y en su inconsciente; no en las creencias de gurús ni terapeutas. La buena terapia desarrolla la confianza interior del cliente, para que pueda encontrar las respuestas vitales de sus propios procesos y vivirlas en su interior. Ellos tienen el derecho, como seres humanos, de tomar sus propias decisiones y de confiar en sus propias observaciones e impresiones.


Tu recelosa ignorancia respecto a los nuevos avances terapéuticos, mantiene a personas atormentadas alejadas del potencial de terapeutas y terapias útiles. Nos agobias con tus proyecciones, tus miedos y tu desconfianza al alejarnos de ayuda posible. Si permanecemos postrados de rodillas, en adoración sumisa ante un gurú terapéutico, creyendo que no existe ayuda significativa en ningún lugar, la libertad y la vida nos pasarán de lado. Confiando en mí, no encontré terapeutas “perfectos”, pero sí a seres humanos compasivos, sin arrogancia, abiertos a mi dolor, abiertos a la verdad de mi historia, de mis experiencias traumáticas, y a mis sentimientos (así como mis protestas y rebeldía) que deseaban que yo fuera auténtica. Sé que mi trabajo ha cobrado vida y ha crecido con ellos porque poco a poco, y paso a paso, me otorgaron la oportunidad de comenzar a confiar en mí misma, en la vida, en la compasión y en las relaciones humanas. En particular, aprendí a través del trabajo con la terapia IFS a apreciar y a confiar en mi verdadero ser, acercarme cada vez un poco más a él, y a realizar mi sueño de vivir siendo fiel a mí misma, un paso a la vez.


ira verdadera vs. tiranía


Muchos de tus seguidores probablemente creen en tus palabras degradantes y falsas respecto a mí, a mi trabajo y a la terapia IFS. Puesto que han sido programados por sus influyentes y una vez idealizados padres, te ven con los ojos del niño intimidado que cree que la víctima calumniada está equivocada y que la autoproclamada autoridad siempre tiene la razón. Cuando alguien es duramente criticado, no solamente la víctima, sino también otros, tiende a creer que el ataque del tirano es justificado, especialmente si cuando niños fueron abusados por padres tiranos. Las víctimas fueron programadas para considerar correcta la conducta abusiva de parte de autoridades influyentes, y así esta creencia queda impresa en su totalidad desde muy temprano. Cuando recomendamos a la víctima que siga adelante y que ignore lo ocurrido, miramos hacia el otro lado y surge el espectador silencioso. La actitud del espectador silencioso apoya los ataques del tirano, y su injusticia inherente está del lado del atacante que catapulta por completo la dignidad de la víctima. Ahora la víctima, no solamente debe sufrir el ataque injusto, sino además permanecer silenciosa al respecto: la gente siempre se burla del perdedor. En una atmósfera y cultura en donde desde la infancia, los perpetradores agresivos se presumen inocentes y con derechos, ejercitando exclusivamente su “derecho a la disciplina”, la opinión pública permanece de parte del perpetrador, mientras que las víctimas son acusadas y despojadas de sus derechos humanos. Esta indecible injusticia produce consecuencias devastadoras a lo largo de la vida en el desarrollo de los niños, de su autoconfianza y de su sentido de justicia. Pocos comprenden el sufrimiento de la víctima, reconocen su derecho de ser escuchados, y la necesidad de que sus experiencias traumáticas sean reconocidas y creídas. Por lo general, los tiranos influyentes se salen con la suya, sin repercusiones por su conducta abusiva, especialmente cuando degradan, sermonean y abusan de sus hijos.


Al final, el tirano no solamente menoscaba la confianza en sí misma de la víctima, sino también la confianza de la víctima por los demás: su integridad, sus habilidades, sus experiencias y la calidad y la esencia de su labor, sin presentar ninguna evidencia, simplemente atacando a la víctima con calumnias difamatorias. Al mismo tiempo que le recomiendan a la víctima a permanecer en silencio, la retienen como culpable, tanto por haberse manifestado como por haber guardado silencio. Condenada doblemente por la culpa y el reproche, la víctima no encuentra salida al ser despojada traicioneramente de su reputación y dignidad, cuando, en realidad, se trata de la falta de credibilidad e integridad del tirano.


El tema de culpar a la víctima recorre amenazante el camino de la educación, la terapia y las creencias sociales. La creencia de que la víctima merece, de alguna manera, el tratamiento abusivo invade el pensamiento de muchas personas. Muchos observadores no estimulan a la víctima para que se exprese, sino para que desista de hacerlo y permanezca en silencio. Afortunadamente, hay personas en mi vida que me han apoyado para que hable. Entre ellas, los miembros del foro our.childhood, que me han expresado que morimos si no declaramos nuestra verdad. Su comprensión, el estímulo de mis amigos, la lectura de “Stalking the Soul”; y haber visto la película sueca “As it is in Heaven”, me han ayudado a comprender que la víctima no debe ser culpada, sino que tiene el derecho de enfrentar a sus tiranos, sus infamias y sus mentiras. Cuando permitimos que la víctima sea falsamente acusada, no solamente permitimos que la verdad sea invalidada, sino que también nos convertimos en espectadores sin agallas ante la destrucción y la maldad.


La terapia es, por encima de todas las cosas, cuestión de volver a vivir; y la ira es parte vital de esa capacidad de vivir, la cual fue a menudo apabullada y distorsionada en casos en que la infancia fue considerada como posesión exclusiva de la arrogancia paterna. En la infancia donde hubo abuso, la ira, la furia y el odio fueron expresiones personales prohibidas para los niños atormentados y permitidas exclusivamente a los poderosos padres. Las manos y las bocas de los padres usaron de forma incorrecta estas armas destructoras, de furia irrespetuosa, para degradar, controlar y silenciar a sus hijos dependientes. Privados de sus derechos, a los niños no se les permitía sentir, expresar su ira y su ultraje ante el abuso y las injusticias, las cuales deben soportar como sufrimiento mudo e inconsciente. Esta es la razón por la cual la ira representa un papel importante en la terapia, cuando somos empoderados a acoger TODOS nuestros sentimientos. La naturaleza llena de odio de estas prácticas inhumanas es desastrosa para el sentido de sí mismo del niño y su confianza en la vida y en los demás seres; pero, en terapia, podemos sentir su impacto emocional, expresar nuestra rebeldía y reconstruir la confianza en nuestro verdadero ser.


Contrario a la ira auténtica, podemos observar el otro tipo de ira, la destructiva, ampliamente extendida, cuando las personas descargan, con pretensiones de superioridad moral, su furia irascible: padres autoritarios, esposos divorciados amargados, superiores tiranos, autoridades dominantes y soberbias. Sin embargo, la furia del tirano nunca sana ni mejora nada. Como una olla de presión, el tirano está listo para explotar y dejar salir su presión -- furias y odios antiguos-- pero hacia personas inocentes que no lo merecen. La buena terapia nos permite comprender cuando actuamos desde nuestras partes disociadas, y posibilita que el dolor reprimido surja más allá de la ira y el odio escondidos.


Los tiranos explotan el desequilibrio del poder. Su agresión exige control, explotan la dependencia y se dirigen a las personas que, de alguna manera, son dependientes emocional y, a veces, económicamente de ellos. Los tiranos descargan sus internalizaciones destructoras para estimular su falso poder y enmascarar inseguridades y miedos profundos. Evalúan cuando sienten la necesidad de hacerlo porque pueden salirse con la suya sin consecuencias por sus actos. Infligen dolor y desconfianza para aplastar la autoconfianza de la víctima; su habilidad de vivir en dignidad y trabajar en libertad; su derecho de ser tratados con respeto, de ser respetados por su labor, sus esfuerzos, y de expresar sus opiniones personales. Las mentiras difundidas contra mí (con la intención de perjudicar mi trabajo y el enfoque IFS), indican la envidia hacia aquellas personas que se atreven, con valentía, a buscar un trabajo terapéutico innovador.


La conducta abusiva del tirano se aprovecha de las profundas huellas de la infancia y tiene como finalidad menoscabar la confianza en nosotros mismos. El tirano desea convertirnos en seguidores ciegos e idólatras, adoradores de superiores omniscientes. Desea aniquilar nuestra humanidad, nuestra esencia vital y nuestro sentido del valor personal. Proclaman saber quién y qué somos, lo que necesitamos y merecemos. Los tiranos prepotentes prosperan en un clima de violencia, degradación y reproche. Desde una actitud superior, se creen por encima de la verdad, más allá de toda duda y crítica. Escapamos de su maldición cuando nuestra ira justificada y auténtica, nos ayuda a ver más allá de sus intenciones destructivas y nos empodera para estar de nuestro lado.
La terapia no está limitada a expresar la ira; la terapia jamás debe forzar en su cliente las creencias autoritarias del terapeuta. ¿Cómo podemos experimentar y aprender a confiar en nosotros mismos si debemos seguir una y otra vez a líderes prepotentes? La terapia es mucho más que expresar ira: es cuestión de definir quiénes somos; cuáles son nuestros valores, opuestos a esos valores inhumanos que nos fueron inculcados a la fuerza en la infancia; cómo deseamos y necesitamos vivir; y a qué tareas y labores deseamos dedicar nuestras vidas. Restaurar nuestra vitalidad, integridad y salud es de por sí una labor digna y valiosa que nos aleja por completo de la negación destructiva.


Los devotos adoradores fueron programados cuando niños para creer en las autoridades, sin importar lo absurdas o engañosas que fueran sus proclamaciones. Los reproches de los padres, como por ejemplo condenar al hijo por su supuesto egoísmo, por ser mentirosos o crueles, en realidad, muestran el egoísmo, la crueldad y la hipocresía ocultas de los padres; no obstante, a la víctima y a los espectadores silenciosos se les dificulta ver a través de este engañoso ardid. Los tiranos infligen vergüenza y humillación sobre sus inferiores, pero no muestran vergüenza ni arrepentimiento por su atropello destructivo y vergonzoso. Un cerebro programado para infligir dolor no puede cambiar, a menos que haya sentido el dolor devastador de la víctima. Cuando abrimos nuestra mente a la verdad, podemos ver que las grandes obsesiones de los tiranos manifiestan sus mayores maldiciones interiores: lo que más temen.


La manipulación tirana, maligna, el desprecio y el engaño, constituyen la traición y marcan las relaciones abusivas. Los tiranos envidian en los demás lo que ellos mismos carecen o aquello que distingue a sus víctimas, ya sea: vitalidad, integridad, compasión, honestidad, calidez, libertad interior, dignidad, curiosidad, alegría, la intensidad de sus sentimientos, la valiente exploración de su vida interior, la habilidad de expresar sus necesidades y su fortaleza para ser fieles a sí mismos. Los tiranos no reconocen ni exploran sus sentimientos espontáneos, sino que, más bien, niegan su dolor y su envidia, y no reconocen cuando actúan desde sus partes que hacen daño a los demás.


La respuesta ante la actitud de un tirano no debe ser aceptar la conformidad y la cobardía moral, sino que, por el contrario, actuar con resistencia veraz, agregándose también aquellos que han sido testigos del ataque agresivo. Los juegos infames de los tiranos no pueden ser detenidos a menos que tengamos el coraje de enfrentarlos.


Cuando una de las partes de un tirano actúa enfurecida, es señal del alarmante efecto terapéutico de un callejón sin salida. La terapia ha fracasado si uno no puede distinguir cuando actúa desde su ser verdadero o desde una de sus partes disociadas. No estamos liberados, y nuestro enfoque respecto a la terapia queda expuesto como ineficaz, si permanecemos estancados en la disociación y no podemos tratar el sufrimiento severo en nuestro trabajo terapéutico. Es obvio que tu enfoque relacionado a la terapia, no solamente es ciego respecto a tus propias partes perversas y desastrosas, sino que también ejecuta la antigua maldición de que la fortaleza, la vitalidad y la integridad deben ser extinguidas si se interponen en nuestro camino. Sin el trabajo de crear conciencia sobre nuestras partes disociadas, no tenemos la oportunidad de escapar de ellas, ni de cambiar nuestro sistema interior conformado por las creencias de nuestros padres e internalizado a través de su maltrato perjudicial y destructivo. Nuestro sistema interior continuará siguiendo las huellas de nuestros padres, a menos que seamos apoyados por terapeutas útiles y por enfoque significativos en la terapia, para darnos tiempo de cambiar nuestras partes. Si creemos que todos nuestros sentimientos son auténticos, y todas nuestras conductas son apropiadas, no podemos, entonces, esperar conectarnos con nuestros verdaderos seres.



desahogar la furia: un callejón terapéutico sin salida para suprimir el dolor no aceptado


Ha sido terrible comprender que has abusado del enorme poder que tienes sobre la mente y el alma de tantos sobrevivientes, para enviarlos engañosamente, como en El flautista de Hamelín, hacia un callejón sin salida terapéutica ni emocional. Alice: las víctimas de abuso y negligencia infantil acudieron a ti llenas de confianza, esperanzados en que tú conocías el camino hacia su sanación. Ciertamente, apoyaste y alimentaste sus ansias desesperadas al proclamar que sabes todo lo que uno debe saber respecto a: “Enfrentar la realidad de nuestros padres” y “trabajar con pacientes maltratados durante la infancia que deben eventualmente sentir su ira, profundamente reprimida, para liberarse”. Por supuesto que la furia y el ultraje son siempre parte importante del proceso terapéutico de liberación. Mi ira ha sido siempre mi amante. Mi ira ha escrito incontables “cartas” (la mayoría de las cuales jamás envié) a personas que me han herido; por lo que he podido conectarme con mis sentimientos, y ver a través de ellos, para saber lo que estaba ocurriendo en mi interior. Mi ira también me ha ayudado a comprender, cómo el sufrimiento traumático de mi infancia me indujo a servirte con devoción, hasta el punto del agotamiento y el sacrificio. Me ha ayudado a liberarme de mentiras, tiranos, engaños y opresión.


Pero la furia no puede aliviar, mucho menos SANAR, los argumentos conflictivos y los métodos irracionales de pensamiento que a menudo yo usaba para paralizar mi mente. La furia no me ayuda a observarme con honestidad y no podría resolver esas luchas obsesivas en mi mente, ni superar sentimientos y miedos que me han atormentado siempre. La furia no podría liberar mis partes que siguen aferradas a creencias locas y a métodos dañinos de conductas; pero sí ha logrado un cambio cuando me comunico con mis partes. A pesar de tu perspectiva respecto al impacto del abuso y negligencia infantil de jornada terapéutica, sigues inconsciente de lo estancada que estás en tus partes no reconocidas que siguen creyendo y actuando según patrones antiguos, familiares, internalizados y destructivos.


Es una violación desgarrada del cuerpo y del alma sumergirlos una y otra vez en una meta supuestamente terapéutica de sentir y ventilar la ira, sometiéndolos a una parte furiosa que sabe que lo único que conoce es la irascibilidad irracional desenfrenada, puesto que el dolor subyacente y el miedo no han sido percibidos y sanados en terapia. Ventilar la ira con honestidad es, obviamente, una parte importante de la terapia; sin embargo, es destructivo forzar al cuerpo y la mente hacia la ira cuando en su lugar lo necesario es que el dolor profundo, el duelo, el sufrimiento y la agonía sean presenciados con compasión, tanto por el cliente como por el terapeuta, y cuando es indispensable percibir, comprender y liberar las partes disociadas. Si los terapeutas esperan la ira en momentos de angustia primal, evitan que se sienta el dolor vital. El ultraje respecto a lo que ha ocurrido surgirá cuando el cliente esté listo y lo sienta de forma auténtica, acompañado por la indignación y el apoyo del terapeuta. La furia forzada y actuada desde una de las partes disociadas de un tirano enfurecido lo que hace es suprimir el dolor devastador. La creencia de que la ira es el camino más importante hacia la liberación interior es, por consiguiente, enmascarada como un arma opresiva para silenciar nuestros gritos más profundos de la infancia. Las personas que se han quedado atascadas en sus partes vengativas y amargadas, deben enfrentar su severa disociación en terapia para liberar sus verdaderos seres.


Tu ataque ejemplifica lo mucho que tu enfoque terapéutico te ha desconectado de tu verdadero ser. Tu concepto del verdadero ser es obsoleto y anacrónico. Es absurdo creer que enfrentando “la realidad de nuestros padres” y desahogando “la furia profundamente reprimida para liberarnos”, constituye un concepto terapéutico suficiente para empoderar a los clientes en la terapia, para lograr lidiar con el sufrimiento de la disociación y reconocer cuando se encuentran en su verdadero ser.
Existen demasiados sentimientos causados por traumas, experimentados durante la infancia, pero suprimidos desde entonces, esperando ser liberados, expresados y escuchados en cada cliente, entre ellos, por supuesto, la ira, la furia y el odio, los más condenados y prohibidos; todavía hoy en día calificados por tantos como “sentimientos negativos” y silenciados por la mentira del perdón. Pero la terapia no es cuestión de empujar a un cliente a hacer algo que (todavía) no siente. Es el cliente el que está a cargo de su jornada terapéutica, de su sanación y necesidades. ¿Cómo puedes proclamar que la única forma de liberarnos es ventilar la ira profundamente reprimida? Me sentí enfurecida y lloré durante años cuando seguí la terapia escrita de Stettbacher; me ayudó a comprender mucho sobre mi infancia y sobre las realidades presentes, me empoderó para entrar en contacto con necesidades importantes. Pero fue una labor solitaria y estresante que no me liberó de la maldición de la disociación. Recomendar el desahogo de la furia, como una herramienta o una panacea terapéutica, es un callejón sin salida que sumerge a las personas en el abismo de su propia tragedia personal, en un círculo vicioso sin esperanza, de la misma forma en que tú te permitiste quedar estancada en una de tus partes tirana y enfurecida, e incluso vender esto como LA “única y verdadera” terapia exitosa.
Si la ira se convierte en el sentimiento predominante, estamos en un sendero peligroso, a expensas de otros sentimientos importantes que debemos explorar en terapia, y si las creencias de un terapeuta limitan el trabajo terapéutico. La ira auténtica nos informa sobre las injusticias que sufrimos en el pasado y sufrimos hoy en día; nos muestra la verdad; está de nuestro lado y desea protegernos. Pero la manifestación de la furia, provocada por un tirano, no tiene que ver nada con nuestra ira auténtica; es el epítome ciego del maltrato internalizado, de las creencias y las actitudes de padres abusivos, arrogantes y controladores y de su ambición de poder. La furia que es desencadenada injustamente contra personas más débiles, subordinados inferiores que no nos han hecho ningún daño, no es actuar auténticamente desde nuestro verdadero ser, sino actuar desde una parte que sigue encadenada a los dramas de la infancia.


Hay una diferencia profunda entre tiranizar y, simplemente, manifestar la ira. Es una muestra de valentía y de humanidad enfrentarse a aquellos que siguen creyendo, no solamente en prácticas abusivas, sino en que las expresan por sí mismos. Nuestra ira auténtica y honesta apoya la claridad y el poder de nuestra expresión personal, pero no requiere tiranizar a los demás, y mucho menos si se trata de nuestros amigos y aliados. Independientemente del tiempo que se tome expresar nuestra verdad, todo ser humano tiene su propia forma de superar sus traumas y de tomarse su tiempo para este proceso lleno de retos y desafíos. Y es una hermosa victoria para la verdad cuando nos sentimos libres para hablar y cuando liberamos la expresión personal, valiente y auténtica.



mis experiencias terapéuticas


Judith Herman escribe en su libro “Trauma and Recovery”: “Aunque las alteraciones disociativas de la conciencia, incluso la intoxicación, pueden no ser adaptativas en un momento de total impotencia, y sí pueden ser adaptativas una vez que el peligro ha pasado. Pues estos estados alterados mantienen la experiencia traumática tras una muralla que impide la conciencia ordinaria, evita la integración necesaria para la sanación. Por desdicha, los estados construidos o disociados, como los otros síntomas del síndrome de estrés postraumático, han demostrado ser acentuadamente tenaces. Lifton prefería el “adormecimiento psíquico”, que él encontraba de forma universal en los sobrevivientes de desastres y guerras, a la “parálisis de la mente”. “La víctima infantil prefiere creer que el abuso no ocurrió. Al servicio de este deseo, la víctima intenta mantener el abuso en secreto incluso de ella misma. Los medios que tiene a su disposición son la franca negación, la supresión voluntaria de ideas y una legión de reacciones disociativas. La capacidad de trances inducidos o estados disociados, normalmente elevada en niños en edad escolar, es desarrollada a la perfección en niños que han sido severamente castigados o abusados”.


La disociación es una carga devastadora en la infancia traumática; cuando percibí lo mucho que me había hecho sufrir, decidí comenzar la terapia IFS. A menudo, una parte en particular asume el control y gobierna el sistema interior para mantener seguro al niño y para satisfacer las expectativas de los padres; en ocasiones, varias partes luchan entre sí para tener el control. A través de otras circunstancias traumáticas, pueden surgir otras partes, tomar el control o comenzar otra batalla. También durante la adultez, experiencias traumáticas impactantes pueden crear nuevas partes o activar partes disociadas que estaban dormidas y que pueden cambiar de repente la forma de ser de una persona. Solamente una mirada honesta a nuestro sistema interior y a nuestras partes disociadas, puede ayudarnos a atender nuestras divisiones interiores y a descubrir formas de cuidar y fortalecer nuestra conexión con nuestro verdadero ser.


El concepto del “niño interior” ciertamente no transmite la multitud disociativa y la secuela de sufrimiento traumático del cuerpo y la mente, con lo que debe lidiar un niño que ha sido abusado y que ha sufrido de negligencia. Mientras un niño lidia con muchas experiencias diferentes traumáticas, cada una de ellas deja diferentes huellas en la memoria celular de su cuerpo y en el desarrollo de las neuronas de su cerebro. Durante diferentes edades y diferentes etapas del desarrollo infantil, los traumas pueden generar partes que nos separan de nuestro verdadero ser.


Se requiere coraje para buscar nuestro verdadero ser, y de un terapeuta confiable para que nos acompañe en esta jornada. Se requiere de incluso más coraje para entrar en relaciones terapéuticas, confiar en los terapeutas que hemos elegido y también lidiar con la desilusión y el dolor cuando sentimos que ya ese terapeuta no puede ayudarnos más. Toda búsqueda del “terapeuta perfecto” o el “enfoque terapéutico único y verdadero”, nos mantiene atrapados en creencias debilitadoras inducidas en niños aterrorizados. Hay muchos terapeutas y formas de terapia: solamente nosotros mismos podemos encontrar quiénes y cuáles nos ayudarán a trascender. Personalmente, me he beneficiado de muchos terapeutas y formas de terapia con los que tuve el privilegio de trabajar en Chicago. A pesar de ciertas limitaciones, sé que logré sanarme mucho, logré cambiar y madurar con mis tres terapeutas. Ellos no temían mis sentimientos, sino que estaban abiertos a ellos; sinceramente, intentaron y desearon comprenderme; estuvieron de mi lado; y ninguno de ellos jamás me aconsejó que perdonara ni intentó silenciarme ni silenciar mis escritos y mi dolor con pedagogía venenosa ni arrogancia tirana. Fue una experiencia verdaderamente sanadora el que dos de mis terapeutas, hombres ellos, lidiaran con mis cartas de protesta y con mi necesidad de compartir lo que me había molestado durante nuestra terapia, respondiendo con cartas escritas a mano honestas y compasivas.


Lo que he aprendido de cada enfoque terapéutico distinto se ha integrado dentro de mí, vive en mi interior, y redunda a favor de mi propio trabajo personal, así como de mi trabajo con mis clientes. Cada forma de terapia me ha empoderado de una manera diferente. Al comienzo, tuve la fortuna de trabajar con un psicoanalista dedicado a las ideas de Heinz Kohut, quien acogió mis sentimientos y trabajó conmigo sin etiquetas, drogas ni reproche crítico. Pero me debatí ante los espasmos de sentimientos intensos que surgieron en esa época. A través de mis experiencias con la terapia IFS, sé que estos sentimientos habían podido ser tratados de forma más efectiva causándome menos confusión y sufrimiento desde el comienzo, si me hubiera concientizado respecto a la forma en que la disociación afecta la psique humana. Más tarde, la terapia primal de Stettbacher me permitió lidiar con mis sentimientos por mí misma y hacerme más consciente de mis necesidades.


Supe que tenía que seguir mi propio camino y confiar en mí misma cuando en 1997 un sueño me mostró que yo estaba enojada contigo, Alice, por haberme enviado a dos “estacionamientos” en donde no había logrado vivir mi vida libremente: el psicoanálisis y la terapia primal. Por lo cual investigué y elegí enfoques terapéuticos que se ajustaban a mis necesidades: IFS y DMT (Terapia de Movimiento a través de la Danza). Sigo atesorando la creatividad y el aprecio de mi cuerpo, del movimiento, de mi intuición y de la creatividad que surgió a través de mi terapeuta alternativa de DMT.


En la terapia IFS comencé a abrirme al reconocimiento de cuándo y cómo estaba disociada, y aprendí a escuchar y a creer en mis partes y en sus recuerdos y sentimientos para así concientizar la realidad de muchos traumas. Mis partes, y la información que ellas tenían respecto a mis sufrimientos traumáticos del pasado, se atrevieron a salir al trabajar en la presencia real de seres humanos compasivos. Cuando mis sueños y mis sentimientos me pidieron que dejara de trabajar con alguno de mis terapeutas, tuve que comprender lo que yo sentía como limitante respecto a nuestro trabajo. Cuando escribí “spirituality cements childhood blindness”, me liberé a mi misma de la ilusión espiritual. Al escribir ESTE ensayo, me estoy liberando de la “bruma de la admiración” que nublaba la claridad de mis percepciones. Madurar cada vez más cercanos a nuestro verdadero ser es, definitivamente, una obra de arte en progreso.


Hoy en día, estoy encantada con la idea de que yo desconocía tu Lista de Preguntas Frecuentes y CONFIÉ EN MI MISMA, EN MIS SENTIMIENTOS, EN MIS SUEÑOS Y EN MI INCONSCIENTE cuando busqué y elegí mis terapeutas y mis enfoques terapéuticos progresivos. Las terapias IFS y DMT aumentaron no solamente mi creatividad, sino también la creatividad de mi propia sanación interior. Mi inconsciente, mis sueños y sentimientos, me informaron cuándo y con qué terapeuta podía realizar un trabajo significativo y madurar; también me dijeron cuándo era el momento de dejarlos, buscar un nuevo terapeuta y una nueva terapia; o cuando era el momento de regresar a la terapia y con quién. También mis desilusiones me han brindado perspectivas vitales; me han empoderado para enfrentar nuevas y diferentes necesidades; y me han ayudado a dejar atrás ilusiones e idealizaciones. Mis desilusiones, y la más grande de ellas contigo, se convirtieron en senderos empoderadores de descubrimientos que me conectaron de formas más intensas y profundas con mi verdadero ser.


Cuando me pregunto por qué no reconocí antes la verdad, me consuelo con el hecho de que alguien tenía que pasar por esta experiencia real y viva con el fin de mostrar el fracaso de tu terapia, alguien con el coraje y la fortaleza para enfrentar esta verdad estremecedora, para compartirla con los demás y advertirles.


Marie-France Hirigoyen habla en “Stalking the Soul” sobre el abuso emocional que sufrimos como adultos que “se asienta de forma tan insidiosa que a menudo es difícil reconocerlo, y a la vez defenderse contra eso. Raramente puede uno lograr asumirlo por sí mismo. Cuando has enfrentado un ataque claramente agresivo, a menudo es necesaria la ayuda psicoterapéutica. Uno puede decir que un ataque psicológico ha sido llevado a cabo, cuando la dignidad de un individuo ha sido perjudicada por la conducta de otro individuo. El error de la víctima yace en no exigir respeto y en no darse cuenta al poco tiempo que los límites y las fronteras de su integridad han sido cruzados. En lugar de esto, se absorbe el ataque como una esponja. Uno debe definir lo que es aceptable para uno y, al hacerlo, uno se define a sí mismo”.


Estremecida por el trauma de haber sido hostigada por ti, regresé a mi antiguo terapeuta Richard Schwartz, en virtud de su respuesta afectuosa, y también porque me había concientizado con mayor fortaleza en la importancia que había tenido para mí la terapia IFS, en la forma en que había establecido mi visión de la terapia y de la psique humana. Esta conciencia yacía dormida mientras trabajaba contigo y confiaba en ti. Cuando confié en mis necesidades, mi terapeuta y yo comenzamos un excelente trabajo en noviembre del 2008, y un sueño confirmó mi camino. Nuestra cooperación renovada corroboró mi experiencia de que el perdón auténtico, en su núcleo, es una cuestión de confianza. La ira y la desilusión compartidas abren las puertas a mayor honestidad. La exigencia redundante, eufemística e impotente de perdón, no tiene en cuenta si la verdad y la confianza han sido reconstruidas después del daño ocurrido en una relación. Cuando el causante del perjuicio reconoce el dolor de la persona perjudicada, demuestra interés en sus sentimientos heridos, en sus ideas desviadas, y comprende el daño que ha cometido, puede entonces la confianza restaurarse. Solamente la comunicación afectuosa, abierta y honesta puede reconstruir la confianza y las relaciones afectuosas y honestas.


Mi confianza en mis propias observaciones y experiencias terapéuticas se ha fortalecido profundamente, al presenciar cómo has quedado atrapada en tus partes destructoras. Ya no puedo volver a confiar en alguien que proclama que tiene el concepto terapéutico “único y verdadero”. Hoy en día me siento orgullosa de haber confiado en mí misma y en mi inconsciente durante la mayor parte de mi jornada terapéutica y de haber trabajado con terapeutas que elegí de acuerdo a MIS sueños, sentimientos y necesidades. Mi resistencia y mi paciente trabajo me han brindado la claridad para comprender a mi cuerpo cuando me advirtió que, una vez más, me encontraba en una situación precaria, esta vez contigo. Es obvio que no te sientes complacida ante mi madurez. Aunque me estimulaste para trabajar como terapeuta, me menospreciaste y denigraste mi experiencia terapéutica cuando dejé de ser tu sirvienta admiradora. Mis terapeutas fueron los únicos que me apoyaron con sus recomendaciones [2] para que yo lograra obtener con éxito mi permiso de trabajo. Se tomaron con calma mi criticismo rebelde y valoraron mis cualidades, las mismas que tú apreciaste y de las cuales te aprovechaste durante años, solamente para denunciarlas al final como si no tuvieran valor, no fueran dignas, ni fueran de valor terapéutico. Las palabras se quedan cortas cuando pienso en lo mucho que te beneficiaste de estas cualidades y de mi experiencia con la terapia IFS, inclusive las usaste en tu página de Internet (sin revelar honestamente sus orígenes ni otorgar el crédito apropiado) para luego denigrar esta terapia y denigrarme.


Tu enfoque te ha llevado a un callejón sin salida emocional e intelectual. Dominar a través de una parte tirana y enfurecida no demuestra confianza en uno mismo, sino que indica una separación severa y perturbada del verdadero ser. La comunicación madura, abierta y honesta --no solamente con nosotros mismos, sino con las personas que nos rodean-- se fomenta cuando estamos abiertos a nuestro dolor, a todos nuestros sentimientos, y puede acoger y liberar nuestras partes disociadas. En vez de dejar que la envidia inconsciente se manifieste e inflija dolor a otros a causa de su fortaleza, claridad y otras cualidades, aprendemos a observar cuándo y por qué, por ejemplo, actuamos desde una de nuestras partes envidiosa, furiosa o amargada. Luego no tenemos necesidad de denigrar con arrogancia odiosa, de menospreciar o incluso de aniquilar lo que es valioso, amante de la verdad, poderoso y precioso en otros. Los seres humanos que no pueden hacerse conscientes de sus divisiones durante la terapia deben sufrir innecesariamente, se infligen dolor y producen un daño inútil sobre otras personas inocentes. Ahora que puedo ver con claridad la distinción entre la ira auténtica y el hostigamiento, estoy más determinada que nunca a confiar en la forma en que llegué a ver la utilidad del trabajo terapéutico a través de mis propias experiencias y a valorar mi pasión por la verdad, así como en mi maravillosa habilidad de observar y discernir la realidad.



mi escape de la densa bruma que provoca la admiración por otros


Es una necesidad vital de todo niño ser valorado, notado y apreciado. Cuando se les responde a los niños con respeto, amor y alegría, florecen su sentido personal y su valor propio. Si esta necesidad es apabullada, la angustia provocada por esta carencia nos conduce hacia la bruma de la admiración. Nos convertimos en adictos obsesionados con la admiración e intolerantes ante las ideas y sentimientos ajenos cuando se desvían de lo que esperamos de ellos, o en sirvientes devotos que creemos que la vida sólo tiene significado cuando le otorgamos admiración a aquellos que tanto la anhelan. La autoestima infantil es destruida y su fortaleza es pervertida y forzada a complacer, si no reciben alegre reconocimiento. Sus partes, inundadas de la angustia de sentirse indeseados y rechazados desde el comienzo de la vida, fueron silenciadas por otras partes que desean protegerlos de este dolor y dirigirlos hacia el engaño de que la admiración sustenta las relaciones y nos otorga un sentimiento de valor. La experiencia del amor es reemplazada por el apremio de admirar y la ilusión de que la admiración nos concede el amor.


La terapia efectiva nos ofrece una herramienta para SENTIR este prematuro dolor destructor y permite que emerjan el sufrimiento y el ultraje reprimidos. Pero en la ausencia del enfrentamiento con este dolor primario, la bruma de la admiración funciona como un recurso vital al que nos aferramos: ya sea para empaparnos de admiración o para otorgarla. Por consiguiente, mantenemos viva la idealización pueril de la bondad de nuestros padres, de la cual requieren para sobrevivir, de forma desproporcionada, los niños que han sufrido de abuso y negligencia. Cuanto menos está presente el verdadero ser del niño, más crece su admiración ciega para ser explotada por sus padres, y también por figuras autoritarias que se aprovechan de este mecanismo siniestro, con demasiada frecuencia durante el curso de sus vidas.


Mientras trabajé contigo, Alice, no comprendí lo mucho que estaba atrapada en la bruma de la admiración. Trabajé devotamente para ti, no sólo como asistente para tu página de Internet: leyendo, analizando, respondiendo y publicando las cartas de los lectores, sino también ofreciéndote generosamente apoyo paciente, terapéutico y emocionalmente compasivo. Estuve siempre disponible para ti cuando me necesitabas. A final de cuentas, a pesar de todos mis esfuerzos, nada tuvo significado pues, según tú, me transformé en un enemigo peligroso en quien no se podía confiar.


“Por ende, es la vitalidad de la fortaleza de la víctima lo que hace que la víctima sea “una presa justa” para el abusador. La víctima se siente apremiada a dar y el abusador a recibir: una pareja ideal. Para completar esto, uno se rehúsa a asumir cualquier culpa mientras que el otro tiene la tendencia natural a hacerlo” (Stalking the Soul, Marie-France Hirigoyen). Cuán generosamente lo entregué todo: mi talento, mi empatía, mi intuición y mi extensa experiencia terapéutica. Pero, una vez más, le serví en vano a alguien de quien no podría liberarme de la bruma de la admiración.


Ha sido un sobrio despertar el comprender que no has logrado salir de la prisión narcisista de tu infancia. No has trabajado con clientes desde que renunciaste a tu práctica como psicoanalista, y no te has atrevido a confiar en terapeutas innovadores ni te embarcaste con ellos en una verdadera jornada terapéutica. Cuánto hubieras aprendido respecto al abuso y la negligencia infantil si te hubieras arriesgado en esta jornada. Debemos tener la experiencia de trabajar en relaciones terapéuticas vitales con nuestros terapeutas y clientes, imponiendo los límites adecuados, para obtener mejores perspectivas en cuanto a la formación del alma y la mente de cada ser humano, y en cuanto al funcionamiento original de cada proceso terapéutico individual.


Yo también estaría llena de furia e ira, si después de cincuenta años de experiencia terapéutica, siguiera atrapada en la prisión de las disociaciones de mi infancia, sólo para comprender que existen otras formas de terapia y terapeutas capaces de sanar a las personas, logrando que salga a la luz nuestro verdadero ser, y que nos muestren con claridad a los gurús e incluso a contradecirlos. Sé que no soy la única que ha sido hostigada por tu ira. Has atacado severamente a otros que trabajan en beneficio de las víctimas de abuso y negligencia infantil, cuando se han atrevido a estar en desacuerdo con tus visiones y a bajarte de tu trono, y cuando menospreciaste sus jornadas terapéuticas. Tus acciones y creencias demuestran que no has internalizado la compasión y la sanación que puede ocurrir cuando se desarrolla una relación única, a través de una labor con terapeutas valientes y vanguardistas. Tu “consejo” condescendiente está basado en la antigua letanía de los padres: “es para tu propio bien” que trasmitía el mensaje tácito o hablado: “no puedes pretender lo que yo no he logrado alcanzar en mi propia vida”. Sentí tu ira y envidia contra mí, porque yo había explorado diferentes formas de terapia y había trabajado con terapeutas valientes e íntegros que me ayudaron a empoderarme, a pesar de algunos obstáculos, para conectarme más y más con mi verdadero ser.
Atrapada en la bruma de la admiración, creí en el menosprecio crítico de tu parte sobre mis propias experiencias terapéuticas, y tu modus operandi de lanzar improperios y condenas sobre ellos. No me cuestioné por qué no deseabas escuchar sobre ellos. Mis últimas ilusiones respecto a tu trabajo quedaron destrozadas cuando comprendí que querías impedir que confiara en mí misma y en mis experiencias terapéuticas, y cuando sentí la envidia implícita en este proceso.


Con el fin de mantenerme tras la bruma de la admiración, nuestra relación usó mecanismos de la infancia que fomentan la adoración y la dependencia. Es extremadamente doloroso y duro, tanto en la vida como en terapia, enfrentar la verdad respecto a las personas importantes en nuestra infancia y en nuestras vidas, si nos han tratado algo mejor que un padre o madre malvada, negligente y abusiva. Anhelamos, y nos dejamos seducir fácilmente, confiar en otras personas, cuando tienen la habilidad de comprendernos y estimularnos de manera inconsciente, y cuando nos hablan como si fueran liberadores. Deseamos, fervorosamente, creer que lo son y que nos ofrecen una “salida”.


La bruma de la admiración permeó mi infancia y programó el curso de la idealización en mi interior. Al comienzo, fueron idealizaciones con la familia y con las religiones, luego se convirtieron en idealizaciones espirituales y terapéuticas. El veneno de la idealización se extendió maniáticamente hasta que perdí mi rumbo tras la bruma de la admiración: se descompuso mi integridad y se anuló mi visión clara de la verdad sobre mis desquiciantes experiencias familiares. El veneno de la idealización no nos permite tener comunicaciones emancipadas y respetuosas entre dos seres iguales con los mismos derechos, sino que la reemplaza con la coerción de adorar y seguir ciegamente. En la bruma de la admiración, deambulé como la niña que se aferra a “la bondad” de sus padres. Busqué explicaciones y sólo encontré excusas al sentirme exhausta y controlada, incluso por los ataques y los reproches contra mí. Siempre he revisado extra cuidadosamente mis sentimientos hacia ti, por lo que dejé a un lado mi ira hacia ti, también en el interés de nuestra causa común, con uno de tus reproches favoritos y resbaladizos: que uno te confunde con su propia madre.


Tras la bruma de la admiración, deseamos creer tus pretensiones de que conoces el camino para nuestra sanación: “enfrentar la realidad de nuestros padres” y sentir, eventualmente, “la furia reprimida profundamente para liberarlos”. Pero enviar por el camino incorrecto a los adultos víctimas de abuso y negligencia infantil no es una señal de sanación ni una jornada terapéutica exitosa, sino la demostración de un gurú egocéntrica que aplasta, sin escrúpulos, los gritos de las víctimas sufrientes con intolerancia y arrogancia crítica. Cuando la bruma se disipa, se hace evidente la falta de integridad al engañar a los demás, incluso a las personas que acudieron a ti llenas de confianza y esperanza.


Las suposiciones de las que me acusaste: mi mundo interior y mis supuestas acciones, no tienen nada que ver conmigo ni con lo que yo soy. Son excusas y mentiras para enmascarar tu descontento respecto a un punto de vista discordante al tuyo. La arrogancia de otra declaración pública en tu página de Internet, tu segundo comentario [3] respecto a “La Bárbara del foro”, también demuestra lo desconectada que estás de la realidad y de tu verdadero ser. Pretendes que tu furiosa ambigüedad respecto a tu cambio de parecer, en cuanto al foro our-childhood, era probablemente “demasiado complicada de comprender por aquellos que protestaban, y te quejaste de que, en vez de haber sido comprendida, habías “recibido ataques personales muy duros”. El hecho es que no puedes escuchar los gritos de las víctimas. Si puedes menospreciar tan descaradamente el dolor y el ultraje de los sobrevivientes con tus retorcidas pretensiones, enfrentándolos, insultándolos, confundiéndolos y engañándonos una y otra vez, no eres capaz de sentir empatía, comprensión ni interés hacia ellos. No importa cuánto hables de la importancia de los sentimientos y la lucha de la víctima, estás sorda al dolor y a los gritos de las víctimas, incluyendo los tuyos propios. Tu falsa furia solamente refuerza tu negación y demuestra cómo la furia silencia la angustia rechazada.


Necesitas la “bruma de la admiración” a tu alrededor, y puedes sacarle provecho puesto que esta bruma ofusca a tus seguidores confiados y devotos. La bruma de la admiración debe llenar el vacío de la indignidad, si este dolor de la infancia jamás fue sentido. Si la terapia nos permite enfrentarlo, nos sentimos apremiados a recrear con otros este infierno narcisista de la infancia temprana y a seducir a los demás para hacernos creer que este infierno es el paraíso. No importa si hacemos esto como padres; como líderes espirituales, religiosos, terapéuticos o políticos; o como discípulos dependientes: la bruma de la admiración es una trampa peligrosa, una abominación de la verdad que asfixia nuestra libertad de expresión e imposibilita la comunicación abierta honesta e igualitaria.


No importa si ansiamos o exigimos admiración, o si llevamos la vida como devotos al servicio de líderes admirados, o ambos, nuestras vidas siguen el viejo patrón en que las relaciones son para complacer a los demás o para ser complacidos. Cuando despejamos la bruma de la admiración, dejamos atrás los viejos y abrumadores patrones del sacrificio, proclamando nuestra autoestima y confirmando el valor de nuestras vidas. Luego, nuestros lamentos por haber desperdiciado tanto tiempo de nuestras vidas, se transforman en alegría al comprender que cada día marca la diferencia al llegar a otros, junto a quienes nos unimos, en nuestra búsqueda de la verdad. Descubrimos lo liberadas y valiosas que se sienten nuestras vidas, cuando dejamos de servir el anhelo de la admiración, para cambiar hacia un verdadero interés por nosotros mismos, nuestras relaciones vitales, nuestro trabajo y nuestra misión. Comprendemos que nuestro valor yace en apreciar nuestras cualidades innatas y en compartir nuestro potencial y nuestras experiencias con los demás. Entonces, nos hacemos conscientes de que nuestra fortaleza no debe ser negada, sino que puede desarrollarse, inspirar y servir verdaderamente a otros.



la confianza en mi verdadero ser


El enfoque IFS no se limita a desgarrar viejas heridas, sino que crea pasos empoderadores de sanación y ayuda a construir la confianza en nuestro verdadero ser. La terapia IFS me otorgó el don de sentir compasión hacia mí misma; hacia mi mundo interior, mi sistema interior, a todas mis partes divididas, los sentimientos abrumadores y creencias desesperadas infundadas en varias etapas de mi vida a través de diferentes experiencias traumáticas. Melancólicas y desamparadas, mis partes esperaban en mi interior a ser escuchadas, consideradas, apreciadas, sanadas y transformadas. La terapia IFS me permitió verme ya NO como una cobarde aterrorizada, una incrédula temerosa, llena de dudas y confusa, una agresora cruel (o cualquiera que hubiera sido el papel que la agonía de ciertas partes me forzaba a representar), sino como un ser humano con un verdadero ser, capaz de crear comprensión, armonía y sanación en mi interior. Y con otras personas también en este sendero y en esta búsqueda y lucha por la verdad. Por consiguiente, la terapia IFS es capaz de crear relaciones benignas, humanas y compasivas con nosotros mismos y con aquellos que están abiertos a ellas.


La terapia no es una competencia de quién tiene el mejor concepto terapéutico ni de quién es el terapeuta perfecto. La terapia no es cuestión de hacer sentir más vergüenza y culpa a los clientes por sus creencias contraproducentes, sus anhelos pervertidos, sus métodos autodestructivos de conducirse y los sentimientos de terror que los persiguen. La terapia es cuestión de encontrar los orígenes de estos mecanismos autodestructivos, cuestión de sanarlos y transformarlos, y depositar la culpa y el reproche donde pertenecen: en aquellas personas que nos hicieron daño, nos abusaron y nos traicionaron, en los autores del delito pasado y presente. Después de una infancia llena de terror y horror de violencia inhumana y de todas sus formas destructivas: mental, emocional, física y sexual (donde las relaciones confiables y humanas fueron brutalmente destruidas para no lograr nunca desarrollarse), la terapia es cuestión de construir confianza: en nuestros terapeutas, en otros seres humanos pero, por encima de todo, en nosotros mismos. La compasión no puede vivir a nuestro alrededor, si no se desarrolla una comunicación compasiva en nuestro interior.


Como cada individuo, la jornada terapéutica es también una experiencia única e individual. Todos aprendemos y crecemos en nuestras propias maneras, diferentes e inevitables, no importa si por ejemplo, deseamos tocar un instrumento musical o deseamos cambiar nuestro sufrimiento a través de la terapia. Los buenos maestros y los buenos terapeutas responden a las necesidades individuales de sus clientes, a sus batallas únicas, y están receptivos a sus cualidades y esencia innatas. Lo que puede beneficiar a un ser humano puede no producir el mismo efecto en otro, o quizá en otro momento de su vida. Como terapeutas, acompañamos a nuestros clientes en su afán de entrar en contacto con sus sentimientos y con su historia para lograr hacerse conscientes de su pasado traumático Y de sus necesidades presentes. Como terapeutas, estimulamos la creatividad inherente y el poder de sanación de nuestros clientes. Al ayudarlos a reconocer y a transformar sus partes disociadas que se interponen en su camino, los empoderamos para conectarse una y otra vez con sus verdaderos seres. Apoyamos su sentido de justicia y realidad cuando escuchamos y creemos en las verdades traumáticas de sus vidas, pasadas y presentes. Estimulamos la confianza de nuestros clientes en su inconsciente y en ellos mismos, pero no en nuestros métodos terapéuticos, nuestros propósitos, nuestras creencias y valores personales, y en la ilusión de que tenemos todas las respuestas para sus vidas y para la sanación de sus almas.
En junio del 2008 te escribí un mensaje electrónico: “... la semana pasada, mi trabajo contigo y con Richard Schwartz fue validado e integrado en mi interior. Por lo que ahora puedo hacer mi propio trabajo, así como mi trabajo terapéutico, confiando en AMBOS conceptos terapéuticos”. A lo largo de mi trabajo contigo, aprendí a nombrar, incluso de forma más intrépida, las realidades traumáticas pasadas y presentes de un ser humano agobiado; aprendí a apreciar incluso con mayor profundidad mi ira auténtica; y aprendí la importancia de “Indignation as a Vehicle of Therapy” - una forma de terapia activa desarrollada por tu asistente francesa Brigitte Oriol. Es una magnífica herramienta para un terapeuta, pues le permite expresar sus propios sentimientos y estar claramente de parte de la víctima y del niño; y, de esta manera, interrumpir el solitario abandono que marcó el horror de estar a merced de los padres y otros tiranos.


Mi trabajo con la terapia IFS me otorgó una herramienta poderosa para ayudar a mis partes disociadas. Por encima de todo, aprendí a CREER en los recuerdos traumáticos que las partes comparten asombrosamente, cuando se les trata de forma comprensiva y compasiva, a través de una comunicación interior respetuosa. La terapia IFS me permitió brindarle compasión a mi mundo interior y a sus partes. Me animó a conectarme con el verdadero ser de formas más profundas y fuertes a través de la experiencia del auto liderazgo. Una de las razones por las cuales elegí la terapia IFS fue mi comprensión intuitiva de que yo necesitaba resolver los problemas que la disociación había causado en mi mente y mi alma, y que todavía no había aliviado todo mi llanto ni el desahogo de mi ira en la terapia primal. Otra razón muy importante por la cual elegí la terapia IFS es que principalmente el cliente es apoyado para convertirse en su propio terapeuta, y que el sendero para la sanación surge creativamente de su propio interior. La terapia primal de escritura me había ayudado a convertirme ya en mi propia terapeuta, a confiar en mi inconsciente, y a asumir la responsabilidad de la terapia de mi vida. Un cliente que asume su vida confía en sí mismo y en su inconsciente. Elige una forma de terapia que se ajuste a sus necesidades. Si siente que una forma de terapia ya no le es útil, confiando en su intuición, encuentra lo que sea necesario para avanzar.


Mi experiencia ha sido que en la ausencia de una experiencia real con un terapeuta compasivo innovador, no se pueden sanar las heridas de la infancia. Las heridas causadas en las relaciones deben ser atendidas, presenciadas y sanadas teniendo un tipo de relación DISTINTA a aquellas relaciones donde la desesperanza, el abuso y la negligencia fueron infligidas a niños impotentes e incapaces de defenderse. Debemos tener experiencias NUEVAS y DISTINTAS en una relación respetuosa, afectiva, esclarecedora y sanadora, para comprender lo que significa el maltrato. Debemos experimentar cómo se siente cuando nuestro verdadero ser, nuestra dignidad, integridad y libertad, son acogidos con comprensión y compasión.


El trabajo terapéutico es más poderoso y llega más profundo en presencia de un terapeuta, porque los sentimientos abrumadores de las partes controladoras se atreven a surgir en su presencia. El terapeuta nos acompaña por medio de preguntas y comentarios en cada sesión para que el niño, una vez abandonado, pueda despertar y comenzar a confiar al ver que ya no está devastado por la soledad. Los terapeutas necesitan una herramienta para ayudar a sus clientes a hacerse conscientes de cómo la disociación afecta la psique humana y para tratar la disociación de forma respetuosa y compasiva en su trabajo terapéutico. Con el fin de sanarnos, necesitamos tener en la adultez lo que nunca tuvimos en la infancia: la presencia de un testigo compasivo, sincero y animado, que esté de nuestro lado. Éste es un ejemplo de mi trabajo personal con la terapia IFS durante una sesión con Richard Schwartz: "I will go crazy if I see the truth".


Esta sesión demuestra cómo se pueden sanar y transformar las partes si el cliente y el terapeuta comprenden la agonía de estas partes con compasión, valorando su intensidad. Tú no demostraste interés ni curiosidad ni apertura a mi experiencia terapéutica del trabajo con mis partes. Más bien, condenaste las experiencias terapéuticas auténticas que me otorgaron nuevas formas de comunicación interior y sanación.


Libre ahora de tus creencias, puedo confiar en mi intuición, como nunca lo hice antes, y me siento satisfecha de cómo mi trabajo terapéutico empoderador evoluciona con mis clientes y conmigo misma. La buena terapia nos estimula a estar en contacto con nosotros y a confiar en nuestro verdadero ser. Un buen terapeuta es un testigo compasivo y comprensivo, está de parte del cliente, abierto a la verdad de nuestra infancia y a la realidad de nuestras vidas presentes. Independiente de si hago trabajo terapéutico con mis clientes, o si trabajo en mi propia terapia o con mi terapeuta, confío en que nuestras almas y mentes nos llevarán al tipo de trabajo terapéutico que sea provechoso. También confío en que nuestro verdadero ser desea y apoya nuestra sanación y nuestro crecimiento. Mi verdadero ser acompaña a mis clientes mientras se despliegan sus jornadas y necesidades con la misma conciencia, interés y compasión que aplico hacia mí misma. Mi verdadero ser se manifiesta con empatía, indignación, apertura y curiosidad de su parte y los empodera para revelar la verdad de sus traumas y sentimientos, las razones del sufrimiento que su mundo interior había mantenido en secreto durante tanto tiempo.


En terapia IFS he aprendido a no dudar sino, más bien, a confiar y a creer en los traumas que surgen y deben ser compartidos y aprehendidos. Si fuimos niños que sufrimos de abuso y negligencia, hay tantas partes disociadas en nuestro camino que hacen que éste sea todo un desafío a la conexión con nuestro ser verdadero, una y otra vez. Pero la alegría, la satisfacción y la paz que siento cuando hablo y vivo de mi verdadero ser son indescriptibles. El verdadero ser ayuda a sanar las partes de mis clientes y mis propias partes y a transformarlas. El verdadero ser lucha por la verdad, incluso si mis partes no pueden soportar enfrentarla. Si mi comunicación interior y externa está bloqueada, mi verdadero ser busca mis partes disociadas con comprensión sincera, demuestra afecto por mi crecimiento y enriquece mi trabajo terapéutico con los demás a través de la comunicación compasiva. En mi trabajo como terapeuta no me veo actuando desde una parte obediente, comprendiendo a padres narcisistas, sino que me considero como una compañera estimulante y una inspiración para mis clientes en su búsqueda de libertad, dignidad, integridad, verdad, alegría y en su meta de ser los dueños de sus propias vidas.


Por medio de mi trabajo con la terapia IFS, comprendí que mi verdadero ser busca y cuestiona todos mis sentimientos, ideas, creencias y formas de conducta. Se comunica con todo lo que está pasando en mi interior y decide cuáles sentimientos son auténticos, cuáles sentimientos debo y deseo expresar, así como a quién, dónde, cómo y de qué manera. Mi verdadero ser me ayuda a ver cuáles sentimientos se derivan de “partes”, cuyas creencias y sentimientos obsesivos están encegueciéndome y me siguen manteniendo presa en la cárcel de mi infancia. El verdadero ser me ayuda a descubrir cuando estoy atrapada por una parte aferrada a creencias y sentimientos que me fueron impuestos en mi infancia, que debo cuestionar con el fin de liberarme y empoderarme para proteger mi dignidad y mi libertad. El verdadero ser me ayuda, a través de la compasión afectuosa y compasiva, a elegir y a seguir un método de acción para que pueda ser fiel a mí misma y expresar mi verdad.

(Ver mi artículo: “Insights about therapy and IFS therapy”.)


Al ir creciendo mi confianza en mi verdadero ser y en mis valores, observo en retrospectiva mi jornada terapéutica con orgullo, así como los tres años que trabajé para ti y para tu página de Internet, Alice, durante nuestra cooperación, aprendí mucho, creció mi confianza en mí misma, porque pude realizar un trabajo muy significativo que sigo llevando en mi corazón.


Durante estos últimos meses, he comprendido de nuevo la importancia vital de compartir una experiencia traumática con los demás. Hablar al respecto era una necesidad muy fuerte. Por lo que quiero terminar agradeciendo a todos aquellos que me escucharon, me comprendieron y me animaron. Mientras trabajé en este ensayo, pasé por una experiencia muy conmovedora y empoderadora. Contrariamente a la época en que sufrí un rechazo hostil y divisivo, manipulaciones vengativas de parte de mi madre, cuando ella hizo que todos mis hermanos se pusieran en mi contra por haber comenzado a hablar, esta vez, yo no estaba sola sino acompañada de compasión y apoyo. Pude sanar heridas profundas al tener a mis amigos de mi lado, entre ellos los miembros francos y valientes del foro our.childhood international, que no se dejaron manipular ni hostigar. La soledad que una vez sufrí al ser rechazada por mi familia, no se repitió en este caso. Me siento afortunada de que esta expresión dramática no se convirtió en una pesadilla de aislamientos, sino en una celebración de las conexiones profundas y fortalecidas con mis semejantes. No habría podido escribir este ensayo sin el apoyo de personas valientes, compasivas, abiertas emocionalmente e intuitivas: los miembros del foro our.childhood, entre ellos: Basha, Blue Whale, Cherryplum, Donald, Ceidren, Mary Ann Ribble-Brock, Pam Jacobs, Mia, Fran y Marion, mis verdaderos amigos que me acompañaron durante esta prueba, especialmente, Sieglinde Alexander, "Adults Abused as Children" - http://www.aaacworld.org; y mi terapeuta Richard Schwartz, "The Center for Self Leadership" - http://www.selfleadership.org, quien permaneció de mi lado para ayudarme a liberar las partes que no se atrevían a enfrentar la verdad. A todos, les agradezco desde lo más profundo del corazón.


© Bárbara Rogers, febrero del 2009

Traducido por Adriana Miniño
 
 
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Notas al pie de la página:


[1]
El siguiente texto es la respuesta original de Alice Miller a la carta de un lector, publicada en su página de Internet www.alice-miller.com, el 28 de septiembre del 2008:
Alice Miller: usted me está pidiendo que no publique su carta y respetaré su deseo, por lo que le estoy respondiendo aquí solamente a su pregunta de por qué ya no menciono el foro de Bárbara en mi página de Internet. Esta es mi respuesta: hace apenas poco tiempo comprendí por completo los aspectos negativos de la terapia IFS, que antes no tomé lo suficientemente en serio. En el pasado, me recordaba a un tipo de negociación con diferentes partes, como la que se usa en terapias de personalidades múltiples, y consideré que era más o menos inofensiva. Incluso pensé en una ocasión que Bárbara podía CONVERTIRSE en terapeuta con mi ayuda, pero hoy en día ya no pienso así porque creo que trabajar con la terapia IFS no puede ayudarnos a enfrentar la realidad de nuestros padres y a trabajar con pacientes maltratados en la infancia, quienes necesitan eventualmente sentir que se liberan de su ira profundamente reprimida. Pienso que la terapia IFS fue desarrollada como otros métodos, exactamente para EVITAR el enfrentamiento con nuestros padres a causa del miedo que todos conocen. Por consiguiente, es un SISTEMA INTERNO. Hoy en día, después de algunas nuevas experiencias, lo veo con mucha mayor claridad. POR LO QUE NO PUEDO RECOMENDAR UN FORO QUE TRABAJA CON UN MÉTODO QUE CONTRADICE EL CONCEPTO DE TERAPIA, QUE HE DESARROLLADO DESPUÉS DE 50 AÑOS DE EXPERIENCIA TERAPÉUTICA.
En cuanto a Norman, estoy convencida de que uno puede dejar a un lado su ceguera de tres años, si se tiene la valentía de sentir y enfrentar por completo la realidad de la infancia, para que él pueda liberarse de la confusión de sus padres. El desarrollo de Norman demuestra que esto es posible y MUCHAS personas que escriben a este buzón de mensajes confirman que no fueron necesarias décadas para cambiar. Pero si usted se siente atrapado por la confusión, y lleno de miedo, incluso décadas no son suficientes para cambiar. Hay cientos de terapias que se ofrecen en el Internet que intentan ayudar a evitar la verdad respecto al maltrato infantil, como la terapia IFS, pero no tienen éxito siempre cuando se siente temor ante la ira escondida de los pacientes. Parece ser que Norman logró superar este miedo porque ya no lo niega y, por consiguiente, puede trabajar honestamente. Él no necesita ser un gurú para sentirse bien respecto a sí mismo.
Siéntase libre de enviar mi respuesta a la dirección que usted me dio porque este asunto también le concierne a los demás. No he abandonado a nadie, solamente les debo una respuesta honesta a la pregunta que supongo usted me formuló en nombre de otros participantes. Mi nombre ha sido retirado de la lista por lo que no puedo publicar esta carta en su foro. Teniendo en cuenta que el foro no es un grupo de culto, y espero que no se convierta en algo así, supongo que esta carta será publicada. En todo caso, será publicada aquí.


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[2]
Cartas de recomendación
A quién pueda interesarle:
He tratado a Bárbara Rogers en sesiones semanales o quincenales de psicoterapia durante seis años, siendo la última en noviembre del 2003. Utilicé una forma de psicoterapia que yo desarrollé llamada Modelo de Sistemas Internos Familiares (IFS por sus siglas en ingles) (Selfleadership.org), la cual requiere enfocar al cliente en sus emociones y creencias intensas, y desarrollar nuevas formas de relacionarse con estas sub personalidades internas conocidas como partes; una especie de proceso interior de reparentalización.
Bárbara asumió muy bien esta terapia y, además de lograr un trabajo personal muy importante, quedó integrada con el proceso hasta el punto de leer todo lo que pudo encontrar respecto al modelo, realizando esculturas de arcilla ella misma y acudiendo a la conferencia anual de IFS en el año 2000.
Creo firmemente que Bárbara sería una terapeuta excelente, no solamente por el trabajo personal que ella ha realizado, sino también porque es una alumna devota de la psicoterapia. Entre su extensa labor con Alice Miller, sus estudios extensos y la experiencia con la terapia IFS, está muy bien preparada para trabajar con clientes. Adicionalmente, es una persona extremadamente inteligente y tiene una presencia cálida y tranquilizadora. Sabe escuchar a sus clientes con empatía y los ayuda a enfocarse en su interior para encontrar las respuestas a sus problemas.
Sinceramente,
Richard C. Schwartz


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Mi nombre es Gina Demos. He sido terapeuta de danza y movimiento en Chicago, Illinois, desde 1971. Tuve el privilegio de trabajar con Bárbara Rogers en terapia de danza y movimiento durante seis años, comenzando a finales de la década de los noventa.
A lo largo de los años trabajamos en asuntos relacionados con la infancia y los desafíos del presente y muchas otras cosas. Nuestro trabajo se enfocaba en las experiencias que percibía el cuerpo respecto al pasado y el presente. Los asuntos más importantes fueron las relaciones con sus padres, hermanos, cónyuges e hijos. Nuestro trabajo más profundo tenía que ver con la relación de su ser interior y todas las partes de su ser frente a los enormes desafíos y la jornada hacia la verdad y la sanación.
En virtud del talento y la creatividad desarrollados por Bárbara, logramos usar muchos métodos artísticos para profundizar la sabiduría y la expresión. Estos métodos incluyeron la danza, el movimiento, la música, la poesía y otras formas de trabajos escritos, así como el dibujo, la escultura y la fotografía.
Su expresión corporal fue muy poderosa y ella se concientizó cada vez más de las profundas verdades que surgían. Su devoción y su compromiso con la verdad marcaron el desarrollo de nuestro trabajo juntas.
Teniendo en cuenta su propia sanación y su deseo de ayudar a aquellos que sufren, así como su honestidad y sensibilidad, creo que Bárbara Rogers puede llegar a ser de gran ayuda para los demás y convertirse en una excelente terapeuta.
Sinceramente,
Gina Demos


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[3] segundo comentario respecto a “la Bárbara del foro”:
AM: Por desdicha, no logré ser lo suficiente clara en mis explicaciones en mi respuesta hacia usted. Quizá mis explicaciones fueron demasiado complicadas, puesto que en lugar de comprensión, recibí ataques personales muy fuertes. Por lo que intentaré de nuevo, de una manera más sencilla:
1. Respeto completamente la decisión de Bárbara de trabajar independientemente de mis ideas. ¿Por qué tendría que seguir siendo mi asistente durante toda su vida?
2. Ella es libre de usar en su foro cualquier tipo de terapia, además de la terapia IFS, incluso si la considero perjudicial, porque ella es ahora libre de mi opinión.
3. Pero no puedo recomendar un método terapéutico que no aprecio. Esto significaría violar mi convicción y no deseo hacerlo.
Por favor, dígame si no he sido lo suficientemente clara.

 

 

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